El riesgo de la deflación

05 sep 2003

En noviembre de 1997, la prestigiosa portada de la revista Business Week adelantaba un riesgo real en las economías actuales: “La amenaza de la deflación”. La deflación o, lo que es lo mismo, la caída de los precios de productos y servicios, se produce cuando la oferta de bienes y servicios es superior a la demanda, momento en que el sector empresarial se ve forzado a reducir los precios para poder vender y disminuir stocks.

El fenómeno de la deflación no es muy habitual en la economía, sobre todo si tenemos en cuenta que las corrientes económicas modernas, basadas en el keynesianismo, propugnan la inflación como medida de crecimiento económico. Para poner un ejemplo, durante el siglo XX sólo se produjeron dos fenómenos deflacionarios: la Gran depresión de 1930, y la experiencia de Japón desde mediados de los noventa a la actualidad.

A estos datos hay que sumar los riesgos que se ciernen sobre EE UU, donde la economía ha experimentado unos niveles de desaceleración elevados, y la inflación ha alcanzado el 1,5%, el nivel más bajo desde 1966. Junto a EE UU, Alemania también se ha encontrado con una importante recesión tras el hundimiento de los mercados financieros que ha destruido grandes cantidades de empleo como consecuencia del enfriamiento de la actividad productiva. La tasa de inflación de Alemania se encuentra por debajo del 1%.

Hablamos de “riesgo”, precisamente porque los bancos centrales se encuentran actualmente librando una batalla que creían olvidada, después de luchar durante mucho tiempo con la inflación. De hecho, el último informe del Fondo Monetario Internacional, "Deflation, risks and policy options", realiza una clasificación basada en cuatro grupos de riesgo de deflación a los 35 países más industrializados del mundo. Japón, Hong Kong, Alemania y Taiwán se encuentran en el primer grupo; los países del centro y norte de Europa, junto a Portugal, en el segundo; y España en el último grupo, junto a los países de menor riesgo deflacionista.

La caída de los precios de los productos y servicios es una consecuencia directa de la sobreinversión realizada en los últimos años, los importantes cambios estructurales que se han producido en la economía mundial como consecuencia de la fiebre tecnológica, la competencia de un mercado global y el incremento de la productividad.

Ese miedo a la deflación que se cierne sobre EE UU, donde el temor ha motivado al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, a asegurar que mantendrá los tipos de interés bajos durante el tiempo que haga falta como medida correctora y, también a aportar fondos a las entidades financieras para fomentar el crédito de las familias, se ha situado dentro los principales puntos de la agenda económica, y al que se le están aplicando importantes medidas correctoras de estímulo de la economía.

Por estos motivos, las principales economías mundiales están trabajando en paliar las tendencias deflacionarias que han sido favorecidas por la recesión de la economía en los últimos meses. Si los consumidores reactivan el consumo o, lo que es lo mismo, la demanda agregada se incrementa como consecuencia de mejoras en el crecimiento económico en los próximos meses, es muy probable que los miedos desaparezcan. Si vemos que la Reserva Federal aumenta los tipos de interés será la señal inequívoca de que el temor a la deflación empieza a desaparecer.