Un buzón de 65.000 m2

01 ago 2006

Es el mayor centro logístico de España y uno de los más grandes de Europa; a él llegan todos los días del año una media de cuatro millones y medio de objetos, que en menos de 24 horas salen del Centro para que el correo llegue a su destinatario, allá donde esté, y dentro del territorio nacional, en un plazo máximo de un día más tarde: no importa que la carta vaya al centro de Madrid, a un pueblo de la provincia o a la aldea más recóndita de los Pirineos.

Se trata del Centro de Tratamiento Automatizado (CTA) de Correos de Madrid, situado en Vallecas. Procesa el 38% de todos los envíos postales de España: 1.460 millones de cartas al año y tiene capacidad, según sus directivos, de gestionar hasta seis millones de envíos postales diarios. Este centro logístico de Correos es uno de los 17 que el organismo público tiene distribuidos por toda la geografía nacional para tramitar (recepción, tratamiento, proceso y salida) la correspondencia que viene y va de España y el extranjero.

Su tamaño se explica con las cifras que ilustran máquinas. Según el tipo de correspondencia el volumen de su dimensión y operatividad: gestión de cuatro millones y medio de cartas diarias y 800 empleados que cubren las 24 horas de todos los días del año para que la máquina de distribución no pare. Físicamente, este gran hangar de Correos ocupa 65.000 m2 de los que 31.000 están construidos. Cuenta con dos amplísimas naves industriales, una para producción y procesos, por el que pasa cada carta, de 9.500 m2; y otra para logística, de 8.000 m2, por donde entra y sale el correo.

En la primera se clasifican y direccionan cada uno de los envíos;la segunda es la puerta de entrada y salida de los camiones con correspondencia que llegan constantemente al CTA, que recibe, día y noche, tráileres, furgonetas y camiones cargados de envíos de todos los lugares de España. Para dar salida a tal número de cartas (la cifra aumenta hasta en un millón más de objetos al día en primavera y otoño por las campañas tributarias y de marketing de las empresas), el Centro, como sus hermanos del resto de España, está totalmente automatizado.

De no ser por las máquinas, y para gestionar el volumen de envíos que tramita cada empleado, tendría que ver, gestionar, matasellar y ordenar según país, provincia, distrito, sector y nombre final 5.625 cartas en su turno de ocho horas de trabajo.

 

Las 'grandes' del CTA

Las reinas de la nave de operaciones, la de producción, son las máquinas, de última tecnología,que a modo de raíles de tren de más de 60 m de largo ocupan tan singular hangar, absolutamente diáfano y con sólo unas finas columnas por donde van los cables que alimentan a las máquinas. Según el tipo de correspondencia (estandarizado, flat o el que viene de los buzones y oficinas de Correos, marginal respecto a los otros dos) cada carta pasa por un tratamiento para que se tramite con la mayor agilidad desde que llega al CTA.El correo normalizado –los sobres americanos de hasta 20 gr–; es decir, las cartas que diariamente emiten bancos, proveedores de servicios (luz, agua, gas) y organismos públicos, se procesa en dos fases.

En un principio, pasan por una de las ocho máquinas de IRV situadas linealmente. En ellas, y a una velocidad de 40.000 cartas por hora y con tan sólo tres operarios que las alimentan, se leen los destinatarios, se escanean y se indexan. Para ello, y dentro de las máquinas longitudinales, transitan por diversos recorridos haciendo zigzag para ir atravesando en cada etapa un tratamiento especial de lectura, matasellos, clasificación...

 

Leer lo ilegible

Las máquinas permiten además jugar con distintas variables y priorizar determinados envíos. Si hay problemas de legibilidad –cartas escritas a mano– etiquetas mal puestas, errores o fallos en la dirección (falta de códigos postales, mención de la ciudad a la que va...) el sobre en cuestión es visualizado en tiempo real por otros trabajadores del Centro que desde una sala de vídeo, y gracias a unas pantallas de ordenador, identifican los problemas y ayudan a la máquina.

Su trabajo consiste en teclear los códigos postales que pudiesen faltar o las letras omitidas, borradas o cortadas de las direcciones para así reconducir la carta defectuosa. El objetivo: que no se pare el proceso automatizado y no se tenga que terminar de llevar a su destino final de forma manual (mucho más lento).

La máquina les da 14 segundos para corregir, tiempo suficiente para resolver la mayoría de las incidencias. Pedro Sánchez Serrano, director del CTA, estima que sólo un 0,6% de las cartas pasan de verdad por las manos de los operarios para que lleguen a su destino final.Los de vídeo son los mismos trabajadores que depositan la correspondencia en las bandejas de IRV; van turnándose y ya saben que Castellana en Madrid es 28046; que Valencia tiene tal código, que en la actualidad el escáner no leyó bien la provincia donde va la carta porque la pegatina queda muy abajo y sólo un ojo humano puede recomponer y acertar lo que un escáner no sabe imaginar.

Durante ese cuarto de minuto las cartas hacen un recorrido especial,un itinerario sinuoso para que dé tiempo a corregir.De ahí, los miles de cartas corren a la segunda máquina para el correo estándar, FSM,que las clasifica según provincia, pueblo, distrito, barrio o sector. Esta segunda máquina ordena las cartas que distribuirá cada cartero,algo que hace años y antes de acometer la automatización del sistema, tenía que efectuarse amano, en grandes mesas.

 

El problema de los retrasos

Las cartas no normalizadas, las de más de 20 gr, denominadas flat, (folios y hasta de más de dos centímetros de grosor) van a las dos máquinas Top 2.000: otros dos gigantescos raíles que comen cartas a un ritmo de 40.000 por hora. A diferencia de IRV, estas máquinas leen, indexan y clasifican cada carta: hacen todo el proceso.

En este tren de correspondencia el problema es que a la hora de sacar cada envío ya listo para mandar, debe haber una bandeja repleta de cartas para que nunca pare. La Top 2.000 tiene siempre que tener 300 bandejas de reserva llenas de correo para no parar el ciclo,obsesión de los directivos de este Centro. "Para nosotros, acumular una hora de retraso es infernal. Las cartas no dejan de llegar. De ahí que falle la luz o que se rompa un lineal supone una auténtica pesadilla", señala Pedro Sánchez Serrano.

Y para que no haya ninguna clase de incidencias, aparte de la plantilla de 800 trabajadores del CTA, existe siempre un equipo externo permanente de mecánicos por si fallan las máquinas. Como los empleados del Centro, hay turnos para cubrir todos los días del año, noche y día. De esta forma, estas diez máquinas gestionan el 85% de los envíos que arriban a las instalaciones de Vallecas. Son las cartas de emisión masiva; las que llegan de las oficinas de Correos (12%) y de los buzones (3%) constituyen el resto y tienen otro tratamiento.

Esos envíos de formas y tamaños mucho más variados, una vez se reciben, pasan a las CFC, unos grandes tambores que diferencia por tamaños, pone las cartas en el mismo sentido y matasella. Finalmente, todos los envíos, los de unas y otras máquinas, según son clasificados, se van organizando en bandejas, azules y amarillas, de distintos tamaños y apilables para irlas transportando en carritos donde corresponda. Las internacionales (300.000 al día), por surparte,son clasificadas individualmente en envases diferentes y con una etiqueta identificativa con la I de internacional.

 

Mil vehículos al día

A fin de organizar la recepción de esos millones de cartas diarias, el CTA cuenta con la nave de logística,un espacio rectangular que se comunica con la planta de producción por una de sus bases y abierto por los dos costados por 44 puertas automáticas, 22 a cada lado, con 44 muelles hidráulicos para facilitar la carga y descarga de la mercancía.

Por un lado entran y descargan los camiones, tal y como llegan de oficinas, buzones o de los centros concertados, momento en el ques e revisan por cuestiones de seguridad, y por el otro lado del rectángulo salen clasificadas y sabiendo a dónde van, con un rumbo final. A esas 44 puertas llegan los camiones y furgonetas de distintos tamaños, entre 800 y 1.000 por día, que circulan por el recinto de Correos.

Y encima de cada puerta, dos controles por radiofrecuencia como fórmula de supervisión del servicio postal. Porque aunque al Centro es revisado por el Ministerio del Interior; y toda carta es matasellada ,como prueba del día y momento en que llega a él, el CTA de Madrid dispone de un servicio extraordinario para vigilar la calidad. "Ciertas cartas tienen dentro un chip que detecta el sistema y que almacena toda la información sobre cuándo entra, cuándo se procesa y sale", comenta orgulloso el responsable del centro vallecano.

 

Distribución nocturna

Y para cumplir con ese objetivo de que la carta llegue a su destino el día después, y a los puntos más alejados de Madrid, la instalación pone por las noches en marcha el dispositivo RUN (Red Urgente Nocturna), lo que ellos denominan vectores aéreos: la salida, por avión, a Barcelona,Vitoria, Málaga, Santiago de Compostela, Canarias y Baleares. Con el resto de España, el Centro de Tratamiento de Madrid se intercambia correo y les lleva a esos 17 puntos los envíos que les corresponden,y recibe de ellos la parte perteneciente a Madrid, capital y provincia, y Castilla La Mancha, que también se gestiona desde Vallecas.

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DE PROFESIONES Y HORARIOS

Los especialistas del Centro de Tratamiento Automatizado (CTA) de Correos de Madrid se dividen en tres perfiles. Uno es el de los profesionales que operan en producción, que trabajan con las máquinas alimentando las bandejas y atentos a los programas para que el proceso no pare nunca, y que intercambian esa función con la de controladores de vídeo, para las cartas que el lector de las máquinas tiene problemas.

Por otra parte, están los trabajadores que clasifican manualmente las cartas que lo requieren y constituyen un 20% de la plantilla; y por último,el personal de carga y descarga de los muelles; además del de oficinas. En cifras, resulta curioso que de esos casi 800 empleados, 350 se dediquen a las cartas que se tienen que procesar manualmente por ilegibilidad o problemas de los envíos; en las máquinas trabajen casi 200 personas y el resto en logística.

 

Hora punta a mediodía

En cuanto a horarios, las tardes son el punto álgido del CTA. Pocos bancos tienen su correspondencia lista a las 8 de la mañana. El movimiento del Centro cobra vida a partir del mediodía y hasta las 9 de la noche, cuando trabaja el 50% de la plantilla. Es la lógica de su negocio.Las noches, cuando baja ya el volumen del servicio–puesto que se ha distribuido gran parte de la correspondencia que ha llegado durante ese día–, se aprovecha para despachar Madrid, de tal forma que los vehículos que reparten enla capital y provincia cuenten a las 6 de la mañana con bastante carga.

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CORREOS MANDA MÁS CARTAS

Aunque el usuario normal tenga la socorrida impresión de que el viejo negocio de Correos y sus carteros están en decadencia –ya que la inmediatez del correo electrónico y los chats ha suplantado la costumbre de escribir cartas–, no es menos cierto que la necesidad de intercambiar documentos y enviar todo tipode imágenes es absolutamente incuestionable. Aún así, Correos manda cada vez más cartas, si bien los crecimientos todavía resultan moderados.

En 2001 fueron 4.982.005.454; en 2002 alcanzaron los 5.167.978.004; en 2003, 5.308.753.869; en 2004 llegaron a 5.399.766.577 y finalmente, según datos provisionales, 5.439.177.022 durante 2005. Las empresas siguen utilizando el papel para llegar a sus clientes.