Revolución y cuenta nueva

01 abr 2005

 

Es posible que una compañía cierre el ejercicio con un beneficio neto de 2.100 millones de euros y, al tiempo, con unas pérdidas de 7.200 millones? ¿Qué pasaría si algo así ocurriera? Lo primero que podría pensarse es que la empresa ha aplicado toda una serie de artimañas de ingeniería financiera para ocultar sus números rojos y presentar un balance positivo.Y, sin embargo, la realidad es bien distinta.

Esa situación se produjo hace sólo dos años y tuvo como protagonistas a las dos principales compañías españolas. En efecto, en 2002, Telefónica presentó ante la SEC –Securities & Exchange Commision, que es el organismo regulador de los mercados bursátiles de Estados Unidos, el equivalente a nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), unas cuentas correspondientes a ese ejercicio que arrojaban unas pérdidas de 7.182 millones de euros cuando, pocos meses antes, el balance de ese mismo ejercicio presentado a la CNMV mostraba unos beneficios de 2.107 millones.

Al año siguiente, Repsol YPF también tuvo quedar muchas explicaciones a las autoridades bursátiles estadounidenses para justificar una rebaja de sus beneficios del 34%, con relación a las cuentas de ese año 2002 presentadas ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores. ¿Dónde está la razón de esa disparidad de criterios contables? Las dos compañías españolas cotizan en la Bolsa de Nueva York. Por tanto, las cuentas que tienen que presentar ante las autoridades bursátiles estadounidenses deben elaborarse de acuerdo con las normas contables que allí se aplican, y no con las que se exigen en España o en la Unión Europea.

Pero esto no sólo ocurre a ambos lados del Atlántico. Incluso entre unos y otros países de la UE hay notables diferencias en sus respectivas normativas contables. La Comisión Europea ha mantenido una batalla constante contra esta disparidad cuyos resultados comienza a recoger ahora.

¿Qué son las NIC?

En junio de 2000, la Comisión dictó una comunicación titulada "Estrategia de la UE en materia de información financiera" en la que se sentaban las bases de unas normas contables comunes para los países de la Unión.

Esa primera comunicación establecía que "las sociedades cotizadas en Bolsa deben, de ahora a 2005, elaborar sus estados financieros consolidados según unas Normas Internacionales de Contabilidad". Es decir, las NIC o IAS, en sus siglas en inglés (International Accounting Standards). Dos años después, en julio de 2002, el ParlamentoEuropeo aprobó el reglamento por el que se establece la normativa para la aplicación de las NIC. El encargado de elaborar esas normas fue el International Accounting Standards Board (IASB, en sus siglas en inglés, o consejo de normas internacionales de contabilidad, en su acepción en castellano) con sede en Londres, y en el que está representada la Comisión Europea.

Su aplicación se limitaba al ámbito europeo, pero otros países también se sumaron. Entre los principales, pueden citarse a Japón, Australia y Canadá. De esta forma, las NIC traspasaron las fronteras comunitarias, se internacionalizaron y se convirtieron en las IFRS (InternationalFinancial Reporting Stardards).

¿Qué se pretende?

Con independencia de cómo se llamen o de qué siglas se apliquen, lo importante es qué se pretende con unas normas de contabilidad iguales en unos países u otros. El objetivo principal es armonizar los criterios contables de las sociedades cotizadas para garantizar que los estados contables reflejen el valor y la situación real de las empresas y para evitar que cualquier tipo de activo se valore de forma distinta a como dictan las normas.

El otro objetivo es dotar las cuentas de las empresas de una mayor transparencia. En este sentido, se hace especial hincapié en la segmentación de los ingresos de las compañías por áreas de negocio y por zonas geográficas. Las NIC tienen como propósito que las firmas, especialmente las cotizadas, aporten más y mejor información financiera a los inversores y, por tanto, a los mercados y, de esta manera, preservar a confianza de los parqués bursátiles en las compañías en Bolsa.

En resumen, cuanta más información y más transparente, más confianza y estabilidad. La idea que subyace en todo este proceso es unificar los criterios contables europeos con los que se aplican en Estados Unidos y facilitar de esta manera operaciones empresariales transatlánticas. Sin embargo, ese fin no parece cerca no porque Estados Unidos, en vez de sumarse a las normas internacionales (NIC oIFRS), ha decidido mantener sus propias normas contables, elaboradas por el Financial Accounting Standards Board (FASB), un organismo similar al IASB.

Por tanto, sigue habiendo una disparidad contable a la que tienen que ajustarse las empresas que cotizan en las principales bolsas mundiales. En todo caso, lejos del pesimismo, la aplicación en la Unión Europea de las NIC supone un paso decisivo para lograr aplicar a medio plazo los mismos estándares contables. Es decir, eliminar las fronteras que ahora todavía soportan las normas de contabilidad.

 

¿Qué cambios introducen?

Las NIC fijan unos criterios contables que introducen unos cambios significativos y que tendrán un impacto cuantificable en las cuentas de resultados de las empresas cotizadas. Las principales transformaciones afectan a los siguientes aspectos:

 

Amortización del fondo de comercio: las NIC eliminan la posibilidad de amortizar el fondo de comercio, algo que sí se permite ahora a lo largo de un plazo de 20 años. Esa partida destinada antes a amortizar ese fondo irá ahora directamente a beneficios. Con las NIC el fondo de comercio se establecerá de forma anual y, sólo en el caso de que se haya producido una devaluación se procederá a sanearlo, pero se hará de una sola vez.

De esta manera, la valoración del fondo de una compañía o entidad (que son sus activos intangibles, su marca, sus clientes, su cuota de mercado...) se hará con criterios de mercado y, por tanto, estarán sujetos a vaivenes en función de los momentos económicos; lo que en la práctica supondrá que podrán sufrir bruscas alteraciones de un ejercicio a otro.

 

Aumenta el perímetro de consolidación: hasta ahora, una empresa que contaba con una participación superior al 3% en otra sociedad podía consolidar esa participación en su balance (puesta en equivalencia). Por ejemplo, si tenía un 10%, podía sumar a su balance ese 10% del beneficio (o de pérdida) de la empresa en que participaba. A partir de ahora, con la aplicación de las NIC (o IFRS), el porcentaje mínimo para la puesta en equivalencia se eleva del 3% actual al 20%. Por debajo, no se podrán consolidar beneficios o pérdidas de participadas. La consecuencia de esta modificación normativa puede ser desinversiones masivas de empresas que tienen participaciones en otras por debajo del 20% ya que con el aumento del perímetro de consolidación pueden dejar de considerar esas participaciones como estratégicas.

 

Inversiones financieras razonables: por el momento, las normas contables establecían que las inversiones financieras (entendidas como aquellas inversiones no estratégicas) debían contabilizarse según su valor de coste. Las NIC establecen que deben contabilizarse por su valor razonable. ¿Pero, qué es un valor razonable? Se puede decir que es lo más parecido al valor de mercado. ¿Y quién establece ese valor de mercado? Pues, si esa inversión es en una sociedad cotizada, es el propio mercado; es decir, el valor razonable se establece en función de la cotización bursátil.

Si no es una sociedad cotizada, el valor se determina a través de una valoración independiente. Por ejemplo, en el caso de una compañía inmobiliaria, cada año una consultora del sector tendrá que fijar el valor de los activos inmobiliarios de la sociedad. Esta medida también afecta a la valoración de los activos inmobiliarios de las empresas. Desde enero, esos activos tendrán que contabilizarse en función de su valor real o de mercado, y no del teórico o catastral. No obstante, las NIC dejan una ventana abierta a las firmas que no les interese hacer esta valoración. La alternativa contable es la valoración de esos activos inmobiliarios por el denominado Sistema de Coste Amortizado.

El método es más complejo, pero facilita eludir las fluctuaciones del mercado inmobiliario y que las cuentas se vean deterioradas o infladas en función de esos vaivenes. En el caso de las promotoras inmobiliarias, ya no podrán contabilizar los ingresos de una promoción cuando se lleve ejecutado el 80% de la obra, como ocurre hasta ahora. Con la aplicación de las NIC sólo se computará cuando la vivienda o el activo inmobiliario en cuestión esté vendido; esto es,cuando se formalice la escritura de compraventa.

Coste amortizado: las Normas Internacionales de Contabilidad fijan que los ingresos generados por activos financieros –como puede ser un préstamo a terceros– y los gastos ocasionados por pasivos no negociables (por ejemplo, un préstamo bancario) se establezcan en función del coste amortizado, esto es, utilizando la tasa interna de rendimiento (TIR).

Provisiones concretas: una de las modificaciones de las NIC es que introduce un mayor rigor en la regulación de las dotaciones de provisiones de fondos. Las empresas podrán dotar de provisiones para cubrir el riesgo de una insolvencia concreta, pero no pueden hacer provisiones genéricas de cara a riesgos igualmente genéricos. Por ejemplo, es posible dotar un fondo para neutralizar la eventual insolvencia de un cliente, pero no para cubrir el riesgo de futuros clientes que ni siquiera lo son ahora.

¿Cómo afectan las NIC a las cotizadas? En la misma medida que al resto. La diferencia estriba en que las empresas cotizadas son las primeras que tienen que aplicar desde enero las Normas Internacionales de Contabilidad en sus balances consolidados. Las no cotizadas y las pymes deberán hacerlo de forma obligatoria a partir de 2007. Primero, las que emitan deuda (aquí se incluyen las cajas de ahorros y los organismos e instituciones públicas) y, después, las demás.

El hecho de que se haya comenzado por las cotizadas se debe a que son las que tienen una relación directa con el mercado y con los inversores.Así, lo que se pretende es clarificar a las cotizadas los criterios de valoración de sus activos para evitar que la aplicación de valoraciones diferentes pueda distorsionar la realidad de sus cuentas y, por tanto, introducir la desconfianza de los mercados y de la comunidad financiera, como se vio al principio con los ejemplos de Telefónica o Repsol.

En definitiva, se trata de ampliar el nivel de información y de comunicación de las empresas con sus accionistas y de dotar esos procesos de la mayor transparencia posible. La otra pregunta importante es: ¿la aplicación de las NIC provocará grandes alteraciones en la cuenta de resultados de las empresas cotizadas? El interrogante no tiene una respuesta genérica porque dependerá de cada caso, de cada empresa. Leandro Cañibano, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad, entiende que "no hay que esperar grandes alteraciones en las cuentas de las empresas porque han tenido tiempo más que suficiente para ir adaptándose a las nuevas normas y corregir aquellos aspectos que resultasen más negativos para sus respectivos balances".

El Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) considera que "no se producirá una distorsión significativa, por lo menos en lo que respecta a las empresas integradas en el Ibex 35". No obstante, señala que se producirán "ciertos altibajos de un ejercicio a otro en las cuentas de las compañías cotizadas debido a su dependencia extrema del mercado, por lo que estas firmas deberán hacer un gran esfuerzo de comunicación para que el mercado comprenda su realidad empresarial en cada momento".

En función de cómo las NIC alteren las cuentas de las cotizadas y de cuál sea el resultado final de esa aplicación, variará también la valoración de los departamentos de análisis de las firmas de Bolsa. En este sentido, Marta Cabrera, analista de la sociedad de valores Safei, reconoce que "todavía es pronto para analizar ese impacto; no tenemos un grado de conocimiento suficiente como para hacer una valoración de cómo afectarán las nuevas normas contables a las empresas cotizadas. De momento, las compañías no han facilitado demasiada información sobre la influencia de las NIC en sus balances".

Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta4, considera que se "debería incidir más en la contabilidad de las propias empresas que en la valoración que nosotros podamos hacer de esas firmas porque nuestros análisis se basan más en el cash flow y no tanto en el beneficio contable, que es un puro artificio". Precisamente eso es lo que pretenden evitar las NIC: que las cuentas de una compañía sean puro artificio.

 

NORMAS MAS RIGIDAS PARA LA BANCA

 

Las Normas Internacionales de Contabilidad son eso: un conjunto de normas aplicables a un ámbito de actuación. Pero a pesar de la sensación de rigidez que puedan transmitir, las NIC ofrecen un amplio margen de maniobra. Los criterios de aplicación varían en cada país: pueden ser más laxos o más rígidos.Por lo que afecta a las entidades financieras españolas, es el Banco de España el que determina esos criterios. Y hace ya un año, el organismo supervisor del sistema bancario, remitió una circular a las 350 entidades financieras que supervisa para informarles de que el criterio de aplicación será "el más prudente" o, lo que es lo mismo, el más severo.

Y uno de los capítulos más severos es el referido a las provisiones. En la referida circular, el Banco de España consideró adecuado el actual nivel de provisiones, que se eleva a 6.300 millones de euros.Es una muestra de la prudencia que la entidad supervisora quiere imprimir en las normas contables que regirán para las entidades financieras, puesto que los bancos y cajas esperaban que esas provisiones pudieran rebajarse ya que el nivel de provisión que se exige a las entidades españolas es el más elevado de toda la Unión Europea. Incluso más que en Alemania o el Reino Unido. En relación con el fondo de comercio, hasta ahora, la práctica habitual era amortizar la diferencia entre el valor de mercado de una adquisición y lo pagado por el comprador.

Esa amortización podía prolongarse hasta 20 años.Las NIC permiten que las empresas contabilicen sus activos inmobiliarios según su valor de mercado. Sin embargo, el Banco de España ha limitado esa posibilidad y no permitirá que los bancos y cajasde ahorro contabilicen sus inmuebles o sus inversiones inmobiliarias a precios de mercado. El gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, justifica esta restricción con el argumento de que ese valor de mercado puede estar inflado y, en consecuencia, la cuenta de resultados de las entidades podría ser ficticia, con todo el peligro que eso conlleva. A cambio, permite una aplicación más benevolente de las NIC en lo referido a la puesta en equivalencia. Si la norma establece un participación mínima del 20% en una participada, el Banco de España está dispuesto a rebajar ese porcentaje hasta cerca del 3% actual. Eso sí, a cambio de que la entidad financiera acredite que tiene"una influencia notable en la gestión de la compañía participada".

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¿PREPARADOS? ¿LISTOS…?

Desde el año 2000, la firma de consultoría Price waterhouse Coopers (PwC) viene haciendo un seguimiento exhaustivo del grado de adaptación de las compañías mundiales a las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad. En los cuatro años de aplicación de ese estudio los resultados reflejan un notable progreso de adaptación, pero eso no significa que todo el camino esté en estos momentos andado. El último de esos informes, titulado "¿Listos para dar el paso?" se basa en los resultados de una encuesta realizada a 323 empresas (266 europeas) de 20 países, entre ellos España.

El trabajo de campo –efectuado en el tercer trimestre de 2004– se compara con el anterior, elaborado en la primavera del año pasado. Y la conclusión es que las grandes compañías europeas y, sobre todo, las que cotizan en las bolsas de Estados Unidos, son las que mejor se están preparando para adaptarse a las NIC (o IFRS). En concreto, el 83% de las cotizadas con una capitalización bursátil superior a los 100.000 millones de euros ya han elaborado los protocolos necesarios para la aplicación de las NIC.

Los resultados de septiembre concluían que un 44% de las empresas de gran capitalización encuestadas se mostraron confiadas en su capacidad para adaptarse a las Normas Internacionales en los plazos previstos, y aseguraban disponer de los recursos y mecanismos necesarios para ello. Por el contrario, la adaptación de las firmas con una capitalización bursátil inferior a los 500 millones de euros es bien diferente. Apenas un 35% confesó disponer de un proyecto de adaptación y sólo el 15% declaró contar con los mecanismos necesarios para ejecutar el proceso de cambio.

De las empresas registradas en la SEC (Securities & Exchange Commision) el 81% muestran un grado de adaptación muy avanzado en cuestiones como la política contable o la identificación de las áreas de impacto de las NIC. Sin embargo, apenas un 20% de las grandes firmas cotizadas han comenzado a integrar las nuevas normas contables en sus sistemas de gestión interna. Si analizamos el resultado de la encuesta en su conjunto, algunas conclusiones son llamativas.

Por ejemplo, nueve de cada diez empresas consultadas reconoce que ya tiene una primera idea de cómo se verá afectado su negocio por la aplicación de las NIC, pero ocho de cada diez es consciente de que ha hecho poco o nada por mejorar sus sistemas de recopilación de información y sólo el 44% tiene identificados los datos que necesitarán para aplicar las nuevas normas de contabilidad.

Francisco Martínez –socio de Price responsable de NIC– señala que el análisisque se puede hacer del resultado de los cuatro informes elaborados es que "si bien se ha producido un claro avance en algunas de las fases iniciales de adaptación, la mayoría de las compañías no están todavía preparadas para aplicar las NIC o su versión americana (IFRS)". Otra conclusión del estudio elaborado por la consultora es que las empresas cotizadas están siendo muy cautas a la hora de comunicar al mercado los efectos que las nuevas normas contables tendrán en su negocio. En septiembre pasado, cuando se establecieron las conclusiones de esa encuesta, el 96% de las firmas cotizadas en Bolsa aún no lo había comunicado al mercado, mientras que el 4% restante que sí lo había hecho, lo hizo de una forma limitada.