Armarse de tecnología: VI programa Europeo de Investigación y Desarrollo

01 ene 2004

El VI Programa Marco de Investigación y Desarrollo (VIPM) -dotado con 17.500 millones de euros- tejió sus mimbres en la conferencia “Investigación Europea 2002”, donde quedaron establecidas sus áreas temáticas. Con el Espacio Europeo de Investigación (EEI) como telón de fondo, el intercambio de buenas prácticas y el debate científico fueron las palabras más repetidas por la Comisión Europea, preocupada por mejorar los servicios, procesos, aplicaciones y tecnologías del gigante europeo para hacer frente a sus competidores mediante una red de consorcios multidisciplinares.

Hasta la fecha, los Programas Marco comunitarios han abierto a España una de las vías más interesantes para unirse al tren de la tecnología y la investigación con subvenciones, que permiten financiar hasta un 50% de cada proyecto.

Uno de los éxitos del semestre de la presidencia española de la Unión Europea en 2002 fue que no se retardara el VI Programa Marco (VIPM). Científicos de toda Europa, exhalaron un suspiro de alivio con el acuerdo de junio pasado en Estrasburgo entre el Parlamento y la Comisión, pues los distintos Programas Marco han creado los cauces para optimizar la gestión de recursos materiales y humanos gracias a la coordinación de las políticas de I+D de los Quince, con subvenciones de hasta un 50% para cada proyecto.

España, según los datos facilitados por CORDIS (Servicio de Información sobre Investigación y Desarrollo de la Comisión Europea), ocupa el quinto puesto por número de propuestas, por detrás de Alemania, Reino Unido, Italia y Francia, los cinco países que más lazos de coparticipación crearon en el VPM, de acuerdo con un estudio del Ministerio de Investigación francés. Destaca la participación de los candidatos a la UE, sobre todo la proactividad de Polonia (fundamentalmente en protección contra la radiactividad) y la República Checa, con 502 y 136 EoI (Expresiones de Interés), respectivamente.

Para dilucidar si España se adecua a los requerimientos comunitarios, la fundación española Cotec ha analizado las EoI de la primera convocatoria, centrándose en las presentadas por entidades mayoritariamente participadas por nuestro país y en especial las de carácter empresarial, pese a que sólo 75 empresas han remitido una propuesta.

Según el estudio de Cotec, Telefónica I+D, que ha enviado 14, e Iberdrola, con siete EoI, son las más dinámicas, seguidas por compañías del sector industrial, de servicios informáticos, telecomunicaciones, y la electrónica. Entre los participantes pueden mencionarse, la consultora Altran, la compañía de servicios de ingeniería especializados Tecnatom o la Sociedad Andaluza para el Desarrollo de la Sociedad de la Información.

Antecedentes
En agosto de 2003 el V Programa Marco presentó sus resultados: para España, algo más del 64% del total presupuestado por la Comisión, es decir 625,9 millones de euros. En él participaron empresas como Fatronik con el proyecto SMART, destinado a mejorar las condiciones de trabajo del usuario final de máquina-herramienta; el departamento de Ingeniería Química y Metalurgia de la Universidad de Barcelona, con una iniciativa, CLEANPLAST, enfocada a crear plásticos de menor impacto ambiental para el sector de la automoción.

También estuvo involucrado el departamento de Máquinas y Motores Térmicos de la Universidad Politécnica de Valencia con el CRICE, para el desarrollo de sistemas avanzados de inyección Common Rail; o el proyecto HYCOPROD, del Instituto de Investigación de Tecnologías Avanzadas de Zaragoza, orientado a crear un compuesto de materiales de grandes dimensiones, de probada eficacia en la absorción de energía cinética para autocares, trenes o contenedores refrigerados.

Desde septiembre del pasado año y hasta el 31 de diciembre de 2006, el VIPM intentará consolidar las bases de cooperación científica y atacar las debilidades estructurales para atender más adecuadamente las necesidades del usuario dentro de la sociedad del conocimiento. Entre sus áreas temáticas encontramos genómica y biotecnología sanitaria, nanotecnología, aeronáutica y espacio, seguridad y calidad alimentaria, cambio climático, sociedad de la información y del conocimiento y desarrollo sostenible.

En su sexta convocatoria el Programa Marco intentará enfocarse hacia la consecución de ese mercado único de la I+D, que obtuvo el beneplácito del Consejo con la Decisión del 30 de septiembre de 2002. Este Espacio Europeo de Investigación (EEI), "“un proyecto de futuro para la investigación en Europa, que consiste en un mercado interior de la ciencia y la tecnología, que fomenta la calidad científica, la competitividad y la innovación mediante una mejor cooperación y coordinación entre los interesados a todos los niveles”", como indicó el Ministerio de Ciencia y Tecnología español en la presentación oficial del VIPM.El EEI (ERA, según la terminología inglesa) se articula sobre tres ejes: la concentración e integración de la investigación comunitaria, su estructuración y el fortalecimiento de sus bases, con otros tres condicionantes: flexibilidad, eficiencia y transparencia.

Iniciativas de I+D y movilidad tecnológica
En ese camino de la transparencia, la Comisión explicita los criterios que determinan el buen funcionamiento del VI Programa Marco (Sixth Framework Programme o FP6):


- Sólo se financian proyectos en los que participan socios de distintos países, lo que evita la acusación de un reparto poco equitativo en función de las cuotas aportadas.
- La asignación se realiza a través de “convocatorias de propuestas”, buscando la competitividad de los proyectos.
- Es necesario adecuarse a las prioridades fijadas por la Comisión en las propuestas.
- La evaluación la realizan un mínimo de cinco expertos externos independientes que analizan la calidad e importancia tecnológica de las iniciativas.
- Las subvenciones no se destinan a las empresas o centros de investigación promotores del proyecto, lo que impide que se desvíen fondos a otros trabajos no especificados.

Ante lo cuantioso de unas subvenciones -17.500 millones de euros- que significan el 4% del presupuesto total de la UE en 2001 y un 5,4% de todo el gasto público en investigación (no militar) de Europa, se ha articulado un sistema de llamativos resultados, sobre todo si revisamos la proporción entre contribuciones y retornos. Aunque una cuantiosa partida (1.230 millones de euros, un 7% del total) irá destinada al Programa Marco de EURATOM (investigación nuclear), los campos temáticos prioritarios también percibirán sustanciosas cantidades.

La planificación está hecha con vistas a una mayor perpendicularidad y a implicar en mayor medida a las pymes —que participaron solamente en un 15% en la edición precedente—, para no centrarse en la investigación a largo plazo. La innovación no debe distanciarse de las cuestiones que afectan a los usuarios, ante las que la comunidad científica debe estar preparada.

Durante un encuentro en otoño de 2003 en Milán, el ministro italiano para la Innovación y la Tecnología, Lucio Stanca, insistió en que "“el futuro desarrollo de la sociedad de la información dependerá de la capacidad de Europa para absorber la innovación, por lo que los ciudadanos deben estar preparados”". Asimismo, añadió que “"debemos estar dispuestos para atraer a los innovadores internacionales, lo que exige estimular la movilidad internacional”". Cooperación interempresarial y apoyo a la transferencia tecnológica y formativa para evitar la dispersión de científicos de la UE.

Engrasando los nuevos instrumentos
El VIPM ha elaborado dos nuevos mecanismos dirigidos a esa transnacionalidad, sin descartar otros instrumentos tradicionales (Proyectos específicos de investigación, Acciones de coordinación y Acciones de apoyo específico). Por un lado, se crean las Redes de Excelencia (RdE), para integrar paulatinamente las actividades de los miembros y generar centros virtuales al modo de clusters del conocimiento y, por otro, los Proyectos Integrados (PI), mayores en dimensión.

Los PI son, en definitiva, iniciativas que trascienden a cada Estado y llevan un valor añadido para la UE, agrupando lo que la Comisión denomina “masa crítica”, la comunidad científica que marcaría las directrices y controlaría los flujos de información y capital, para corregir desviaciones.

Así se lograría abandonar la actual filosofía de financiación de múltiples proyectos para tender a un sistema de ayudas a programas de investigación coherentes, que redundaría en beneficio de consorcios europeos más autónomos y flexibles, siguiendo las pautas del artículo 169 del Tratado de Ámsterdam (1997).

Pero antes de entrar en el VIPM, la participación de los Estados miembros ha sido puesta a prueba para comprobar si estos nuevos sistemas han calado en sus destinatarios y, sobre todo, si son útiles para sus objetivos de cara a la elaboración de los futuros programas de trabajo.

De este modo, los interesados debían entregar no más de cinco folios entre el 20 de marzo y el 7 de junio de 2002 para mostrar su interés en la creación de consorcios donde tendrían cabida incluso entidades de terceros países y organismos internacionales. Las propuestas —Expresiones de Interés (EoI), según la Comisión—, debían incluir un argumentario, un cronograma, su sentido integrador, relevancia o necesidad, más acordes con las RdE y los PI.

De acuerdo con los datos de la Comisión, tras la primera criba quedaron 11.700 expresiones válidas -prioritariamente procedentes de universidades (46%)- frente a la escasa participación empresarial (14%), muchas de ellas enfocadas a la temática del transporte. Igualmente, la Comisión aprecia que "“un 20% como máximo de EoI cumple de forma convincente con los requisitos solicitados, lo que se traduce en que los participantes han captado los objetivos perseguidos, mientras muchas otras estaban diseñadas de modo más acorde con los instrumentos de programas anteriores”".


Transporte sostenible

Los objetivos medioambientales del VIPM no se circunscriben a los próximos diez años, sino que deben encaminar el futuro gracias a una serie de recomendaciones nacionales, locales, regionales y sectoriales, aplicables en un plazo de entre cinco y diez años. La cuestión radica en “mitigar las consecuencias negativas de los transportes”, como recogía la Declaración de Bergen para el Desarrollo Sostenible en 1990, sin merma del crecimiento económico o la movilidad espacial.

Todo para solucionar los problemas de una red colapsada como la Red Transeuropea donde el 10% —unos 7.500 km— del transporte terrestre y el 25% de la red ferroviaria padecen frecuentes congestiones, especialmente en el trazado urbano, que concentra un 30% de los vehículos.

En diciembre de 1995 la Unión Europea determinó con la Asociación de Constructores Europeos de Vehículos (ACEA) la reducción de las emisiones contaminantes a 120 gr/km para los medios de transporte matriculados a partir de 2005. Esto, unido a la sustitución de los combustibles tradicionales por biocarburantes, gas natural e hidrógeno (con cuotas mínimas de consumo para cada Estado miembro y beneficios fiscales para quienes las implanten), disminuiría además la dependencia energética de la UE , que de no frenarse podría situarse en 2030 en un 70%.

No obstante, a pesar de que este acuerdo ha reducido en un 25% de las emisiones tóxicas de cara a 2008 con el uso de combustibles limpios, se ha registrado un incremento de un 20% de las emisiones, debido al aumento del tráfico entre 1990 y 1999. En materia de transporte, el VIPM se teje en torno a las siguientes prioridades de investigación, compuestas cada una, a su vez, por distintos objetivos.

Todas estas iniciativas y líneas de investigación buscan potenciar el uso de medios colectivos que, empleando combustibles como el hidrógeno, aminoren los efectos de la contaminación urbana; fomentar la movilidad de los usuarios a través de redes paneuropeas; maximizar la organización de la demanda en el sector y un uso eficiente de las infraestructuras; y reducir problemas añadidos como la contaminación acústica o la falta de seguridad en las redes viarias.

Para todo ello se han destinado 610.000 de millones de euros, de los que un 15% dentro del VIPM se reserva a las pymes. Un ejemplo es el programa CIVITAS sobre transporte sostenible, dotado con 50 millones de euros para fomentar la adquisición de flotas de vehículos limpios, públicos o privados, el transporte colectivo, la calidad del servicio, nuevos modos de propiedad y uso de vehículos, etc. en las ciudades europeas.


El V Programa Marco, una experiencia que España quiere repetir

Si este VIPM lograra al menos igualar al precedente, España podría darse por satisfecha, ya que entre 1999 y 2002, nuestro país se ha situado en quinto lugar entre los receptores de inversión comunitaria, a pesar de las críticas a nuestro nivel de I+D, muy por debajo del comunitario.

De momento, a través de Asociación Nacional de Industrias Electrónicas y de Telecomunicaciones (ANIEL), desde su Oficina AproTECH, se han presentado nueve proyectos dentro del programa eTEN (Programa para el Despliegue de Servicios Electrónicos Transeuropeos de Interés Público), con un total de 40 entidades (empresas, de las que más del 25% son pymes, asociaciones, centros educativos y organismos oficiales).

Según los resultados de esta primera convocatoria de EoI del VIPM, España mantiene la misma proporción de ediciones anteriores, con una participación en la financiación de la UE del 7,1% y una presentación de propuestas (816) algo superior, del 8%. De éstas, un 26% trata sobre la Sociedad de la Información, un porcentaje algo mayor que la media europea, decantándose en todos los epígrafes por los Proyectos Integrados (PI), más que por las Redes de Excelencia (RdE).

En muchos casos, la premura al preparar la documentación ha provocado que sólo un porcentaje muy limitado (257 EoI) disponga de los contactos necesarios para poner en práctica las sociedades potenciales. Es de reseñar la mayor adecuación a este cumplimiento de los centros de investigación que el de las universidades y la búsqueda de socios afines culturalmente como Italia o Portugal. En cualquier caso, vuelve a apreciarse un cierto desaliño a la hora de encuadrarse dentro de las líneas maestras, lo que les obligará a amoldarse. Por ello la Comisión aconseja cómo reorientar las EoI, aprovechando las oportunidades que ofrecen los nuevos instrumentos o incrementando la presencia en automoción o farmacia.

Eso, sin descuidar la creación de "“redes españolas de organizaciones que puedan liderar o integrarse en Proyectos Integrados o en Redes de Excelencia”", según Cotec. Y para compensar a los que no obtengan subvenciones, la Comisión ha propuesto una “etiqueta de calidad” para las propuestas que, aún destacando por su excelencia, no consigan ayudas financiera y así propiciar la subvención por vía nacional.

En octubre pasado, el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) publicó un informe provisional sobre la participación española en esta primera fase del VIPM. Según los datos, en materia de transporte se han aceptado 30 PI y 46 RdE, recibiendo una subvención de 16 y 8 millones de euros, respectivamente, y sobre nanotecnología se han seleccionado 34 PI y 23 RdE, con ayudas solicitadas por un valor de 18 millones de euros los Proyectos y 11 millones las Redes.

Destaca la poca participación industrial, al igual que escasea en calidad y seguridad alimentaria. El estudio prevé que los Proyectos Integrados se amplíen para las pymes en otras prioridades temáticas y una financiación para el área de nanotecnología de 80 millones de euros en 2004. A fecha de 16 de octubre, el retorno total previsto estaría en torno al 5,9% con 231 millones de euros y la participación de España queda catalogada incluso de liderazgo.

Del análisis se deduce por ejemplo, que España se sitúa en cuarto lugar en gestión del tráfico aéreo, el éxito de participación de las iniciativas alimentarias, con un 75%, pero una baja tasa de aprobados, la recomendación en la prioridad de energía de adaptarse a nuevos enfoques y, por último, en la prioridad de transporte la sugerencia de mejorar las propuestas en automoción y ferrocarriles, frente a la excelente elaboración de las EoI sobre el sector naval.