Óptimo almacenaje para cargas largas en Placar

28 mar 2014

El nuevo almacén de la empresa Placar alberga un millón de metros cuadrados de chapa de madera en 800 m2 de superficie. Cuatro estanterías Cantilever de siete metros de altura y brazos fácilmente variables en altura (no están atornillados, sino anclados con ganchos), lo convierten en un almacén flexible que permite el acceso rápido a la mercancía.

Placar es una empresa familiar fundada en 1978 y dedicada a la transformación y comercialización de chapas de madera (láminas muy finas) para un amplio abanico de clientes, que incluye fabricantes de muebles y puertas, decoradores, arquitectos, ebanistas, etc. En un sector donde la mayoría de empresas se especializa en unas pocas variedades de madera, Placar apuesta por la diversidad y busca por todos los rincones del mundo distintas especies para integrar a su catálogo de producto, que en la actualidad cuenta con 150 referencias.

La compañía ha inaugurado recientemente sus nuevas instalaciones en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), donde ha construido un almacén equipado con estanterías del tipo Cantilever para cargas largas uniformemente repartidas. Las chapas de madera se almacenan allí en paletas especiales de 2,5 y 3 m de longitud por 1 m de anchura, que reposan sobre brazos de estantería que soportan cada uno hasta 512 kg de peso. Una de las características principales de estas estanterías es que la altura de los brazos puede variarse con facilidad (no están atornillados, sino anclados con ganchos), lo que confiere una gran flexibilidad. Con este sistema, los mismos operarios que trabajan en el almacén pueden cambiar la posición de los brazos para adaptarla en todo momento a las características de la mercancía o a las necesidades de espacio.

En la antigua sede de Placar la mercancía se apilaba en el suelo, de manera que la incorporación del nuevo sistema de almacenaje ha supuesto mejoras significativas en el servicio que se presta in situ a los clientes. El gerente de la compañía, Jesús Aguilar afirma al respecto que “las chapas son productos naturales y siempre quieren verlas y tocarlas. En el anterior almacén apilábamos en el suelo hasta cuatro paletas y, si el cliente escogía la chapa de abajo, teníamos que sacar las tres superiores y depositarlas en otra parte del almacén”. Con la estantería Cantilever, cuando el cliente escoge unas maderas se extraen las paletas correspondientes y se trasladan al show room (una zona frente a las estanterías habilitada para que los posibles compradores puedan examinarla). Para ofrecer este servicio, “la Cantilever resulta muy práctica: al estar todo ordenado en huecos, las extracciones son sencillas y rápidas y el cliente tarda mucho menos en realizar su elección final”, asegura Aguilar.

Otra particularidad de esta instalación es la anchura de los pasillos entre estanterías. En este caso se han dejado tres metros de distancia (son más estrechos de lo habitual en el manejo de cargas de este tipo: de hecho, en la anterior nave se necesitaban cinco metros). Por este motivo, para atender las estanterías se adquirió un tipo de carretilla elevadora que, además de realizar los movimientos habituales, también puede desplazarse en diagonal. De este modo, se ha podido optimizar aún más el local.

Con todo, los pasillos podrían haberse hecho más estrechos si se hubieran utilizado carretillas retráctiles guiadas. Pero una vez más se priorizó la atención al cliente y se optó por tener siempre a la vista todas las mercancías almacenadas, algo que hubiera sido más complicado teniendo pasillos de poca anchura.

Mayor productividad

La nave de Placar en L’Hospitalet ocupa una superficie de 1.600 m2. La instalación cuenta con dos altillos en los que se muestra una exposición con variedades de madera disponibles. Por su parte, el complejo de estanterías Cantilever ocupa tan sólo 800 m2, pero gracias a la altura de las estanterías (siete metros, con seis niveles de carga) es capaz de albergar un millón de metros cuadrados de chapa de madera. Sobre la construcción del nuevo almacén, Aguilar afirma que “en toda España sólo hay cuatro empresas que tengan un almacén con esta variedad de referencias y ninguna tiene estanterías de este tipo a esta altura”.

Para el control de la mercancía, la compañía ha incorporado un sistema de recogida de datos con tecnología de reconocimiento de voz. Anteriormente, cuando se procedía a la inspección de las chapas se necesitaba la intervención de tres operarios, dos para voltear las láminas de madera por los extremos y una tercera persona para anotar las medidas de cada unidad. Con el nuevo procedimiento, ya no es necesaria la participación del tercer empleado, puesto que cualquiera de los otros dos introduce los datos en el sistema informático con tan sólo decirlos en voz alta (el trabajador “canta” el código de producto y las medidas de cada una de las chapas que contiene la paleta). A partir de aquí ya se obtienen de forma automática los albaranes y los códigos de barra de los productos.

La producción de chapa de madera se concentra en determinadas épocas del año: el tronco debe cortarse cuando la sabia se retrae y el árbol está más seco, porque de lo contrario la madera que se obtiene sale con manchas. Esto significa que las épocas de tala (distintas según el hemisferio donde se realizan) son también las de aprovisionamiento para empresas como Placar.

La compañía española compra troncos y los transforma posteriormente en Valencia, Alemania o Estados Unidos, según sea su procedencia. Cuando las maderas son originarias de África, el proceso se lleva a cabo en la capital del Turia; mientras que si proceden de Europa se transforman en Alemania. Por último, si se trata de especies americanas, la madera se trata en los Estados Unidos. En los tres casos, las operaciones se realizan en fábricas que alquilan sus máquinas para la transformación de la madera, y en las cuales Placar cuenta con un operario trabajando para la firma española. El producto final se vende en un 90% en el mercado español, mientras que el 10% restante se destina a la exportación.

Por otra parte, las medidas de seguridad dentro de la instalación son estándar, puesto que, aunque se trata de madera, las chapas apiladas no dejan espacio para el oxígeno, por lo que es difícil que se pueda producir la combustión de los materiales (al contrario de lo que sucede en lugares donde la materia prima son los tablones, ya que se almacenan dejando espacio entre ellos para que se sequen).

Importación de todo el mundo

Los criterios de sostenibilidad y la mayor sensibilidad hacia las cuestiones medioambientales, tan en boga hoy, han ido adaptando el negocio de la madera a los nuevos tiempos. Así, si décadas atrás gran parte de la materia prima procedía del hemisferio sur, en la actualidad Placar recurre más a mercados como el europeo “porque en el sur no hay tanto control y muchos madereros no cumplen las normas”, asegura Aguilar. “Pero poco a poco –continúa– los países se van preocupando más por la ecología: el ébano de Macasar (Indonesia), por ejemplo, está protegido y ya no llega en troncos como antes, sino en vigas, y se transforma en la India o Pakistán, desde donde sí te extienden certificados válidos de la mercancía”.

La compañía española también importa maderas de gran calidad procedentes de Tailandia, Birmania o de bosques controlados de árboles de teca situados en África o Sudamérica. La teca (tectona grandis) es una especie frondosa nativa de la India, Myanmar (Birmania), la República Democrática Popular de Laos y Tailandia. Se introdujo en Indonesia (Java) hace cientos de años y las más antiguas plantaciones de teca en Sri Lanka se han documentado a fines del siglo XVII. Los primeros sistemas intensivos de ordenación de estos bosques naturales se desarrollaron hace unos 150 años en Myanmar, desde donde la especie pasó a la India y Tailandia durante un período de unos 40 años. En la actualidad, la teca se encuentra en muchos otros países asiáticos, y extensas plantaciones se han establecido también en África y América Central y del Sur. Algunos de estos proyectos han sido financiados en su mayor parte por europeos. “Muchos madereros –al contrario de lo que afirma gente de buena voluntad pero mal informada– han hecho reforestaciones en los últimos 100 años en los países de origen de estas maderas. Evidentemente lo hacen por el propio egoísmo del negocio: son los primeros que quieren que en el futuro siga habiendo madera”, asegura Aguilar.

Con todo, hoy en Europa y Estados Unidos es posible encontrar casi todos los tipos de madera (Brasil también es un país “que tiene de todo”, aunque está en el punto de mira de los ecologistas). En el plano medioambiental, los dos certificados más importantes que existen son los que emiten el Forest Stewardship Council (Consejo de Administración Forestal de Estados Unidos) y la PEFC (Pan European Forest Certification). Esta última es una organización internacional creada por iniciativa del sector privado forestal europeo y dedicada a informar al consumidor (mediante una certificación emitida por una tercera parte independiente) de que los productos forestales adquiridos proceden de un monte gestionado de forma sostenible, es decir: que cumple los criterios paneuropeos aprobados en las Conferencias Interministeriales de Helsinki (1993) y Lisboa (1998) sobre la protección de los bosques. Ambos organismos, tanto el norteamericano como el europeo, certifican bosques en todo el mundo.

Como ejemplo de las exigentes normativas que existen sobre la tala de árboles en Europa, Aguilar afirma que “en Alemania o Francia las autoridades se encargan de marcar en el tronco los árboles que has comprado y que puedes cortar. Pero, si por negligencia o a propósito, alguno de ellos daña al caer a cualquier otro árbol que hubiese alrededor, pueden retirarte la licencia”.

En España no abundan los bosques de árboles de los que pueda extraerse chapa (sólo se obtiene de los mejores troncos de cada especie), por eso la inmensa mayoría es de importación. Eso sí, según Aguilar en nuestro país, concretamente en Valsaín (Segovia), se encuentra una de las mejores variedades de pino de Europa, una especie muy cara y protegida por ley.

Víctimas de la moda

Las políticas de protección de la madera condicionan el negocio de Placar. Su responsable asume que “en el futuro se prohibirá talar algunas especies, que dejarán de llegar al mercado”. Sin embargo, en el sector se produce un fenómeno que no por obvio deja de ser curioso, y es que muchas de las modas en muebles y decoración están totalmente ligadas a las medidas proteccionistas que se van adoptando: “La tendencia - afirma Aguilar - ha ido hacia especies del hemisferio norte (cerezo, zrce, abedul, haya, roble, nogal, etc.) que es donde se encuentra la mayor parte de los bosques soportados del mundo (algunos países tienen cultivos de madera para uso industrial muy importantes)”. “ Actualmente -añade- el minimalismo está de moda en el sector: línea rectas y sencillas, maderas de vetas lineales (tanto naturales como de chapas precompuestas o teñidas) etc. Puede que esto sea consecuencia de la presión que ejerce la ecología en la mente de quienes están a la vanguardia del diseño y la arquitectura”.


Ficha técnica del almacén Cantilever de Placar

Longitud estanterías: 22 m
Anchura estanterías: 11 m
Altura estanterías: 7 m
Nº de estanterías: 4
Nº de pasillos: 2
Anchura del pasillo: 3 m
Niveles de carga: 6
Longitud de brazo: 1.150 mm
Longitud de módulo: 640 mm
Carga máxima por brazo: 512 kg
Carga máxima por puntal: 3.072 kg
Unidad de carga: Paleta de 2.500/3.000x 1.000 mm
Capacidad total: 1 millón m2 de chapa de madera