Ecogestión empresarial

02 abr 2002

España ocupa el sexto puesto en el ranking mundial de la aplicación de sistemas de gestión medioambiental en empresas que, lejos de producir gastos o valerse de ideales “románticos”, ahorran costes y están basadas en razonamientos puramente útiles y pragmáticos.

El reto ambiental no tiene por qué convertirse en sinónimo de pérdida de competitividad global. Hoy día, este objetivo, que es visto por la mayoría de las compañías como un equivalente a costes y amenazas, puede transformarse en una fuente de beneficios y oportunidades de negocio”", sostiene el economista Manuel Ludevid en su libro La gestión ambiental de la empresa.

Actualmente, muchas sociedades están apostando por otras formas y sistemas de gestión que abanderan el respeto al medio ambiente. “"El único sentido que tienen es el de la consecución de mejoras y el ahorro de costes. Cualquier otro enfoque no orientado hacia el beneficio empresarial será un fracaso, ya que, queramos o no, dicha mejora medioambiental de las empresas sólo proviene de la aplicación de la legislación o de la vía económica del ahorro de costes”", mantiene Alberto Learreta, jefe del área técnica de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, el principal organismo certificador de gestión medioambiental de pymes en España.

Concretamente, este tipo de administración desarrollada por las compañías consiste en:
 

  • -Generar la menor cantidad posible de residuos, emisiones, ruidos y vertidos.
  • -Separar los residuos urbanos de los tóxicos para pagar una menor cantidad al gestor de estos últimos, que obtiene beneficios a partir del volumen de desechos peligrosos recogidos. Además, es provechoso vender estos residuos a firmas que los utilizan como insumos (materias primas y secundarias para la fabricación). En todo momento del proceso productivo es importante cerciorarse de que se depositen en el lugar correspondiente.
  • Reutilizar o vender envases. De esa manera se pagará menos a la empresa que recibe un canon por la cantidad de embalajes que regresan al mercado.
  • Reducir al mínimo el consumo de energía, agua, materias primas y productos. Esto, de por sí, representa un ahorro económico. Por ejemplo, si se ajustan los procesos de producción al máximo se pagará un canon menor por vertido de agua.
  • Vender todo el papel utilizado y reciclar el plástico.
  • Establecer planes de saneamiento y prevenir la contaminación.
  • Cumplir con la legislación correspondiente.
  • Formar a los trabajadores para que puedan aplicar correctamente las nuevas medidas medioambientales en la empresa.
  • Establecer planes de emergencia y simulacros. En aquellas empresas que nunca han realizado un simulacro de incendio, en el caso de que se produjera un verdadero accidente, éste ocasionaría enormes pérdidas humanas y materiales.
  • Replantear los procesos productivos de la firma.

Los ejecutivos españoles se han dado cuenta de las ventajas qua aporta este tipo de gestión. España figura en la sexta posición del ranking mundial —detrás de Japón, el Reino Unido, Alemania, Suecia y Estados Unidos— con 1.444 empresas que se rigen por la norma internacional ISO 14.001 (Organización Internacional para la Estandarización o International Organization for Standardization) que certifica que cumplen la legislación medioambiental.

Asimismo, nuestro país ocupa también el sexto lugar del conjunto de naciones que aplican el Reglamento EMAS (Sistema Comunitario de Gestión y Auditoría Medioambiental) de la Unión Europea, que persigue objetivos similares.
 

Ventajas de la ecoeficiencia

Al aplicar un sistema de gestión medioambiental las compañías disfrutan de grandes ventajas. Además de beneficiarse de un ahorro económico significativo al recibir descuentos de hasta un 10% en impuestos de actividades económicas para inversiones ambientales, mejoran la imagen de la firma, ya que refuerzan las estrategias de diferenciación de productos mediante la obtención de etiquetas ecológicas y aumentan la satisfacción de sus clientes atrayendo muchas veces nuevos segmentos del mercado.

Por otro lado, generan también avances en la organización, programa y objetivos de la empresa y garantizan el cumplimiento reglamentario, evitando, en consecuencia, posibles sanciones legales y económicas.

Cualquier organismo público o empresa que quiera emplear este sistema debe recordar, además, que el coste de la prevención suele compensar con creces los costes que deben soportarse para reparar los daños producidos por accidentes o movilizaciones debidas a emergencias medioambientales.

Al mismo tiempo, con la gestión medioambiental es posible potenciar la creación de un clima interno que favorezca la cohesión de la organización al incrementar la confianza en la dirección por parte de los trabajadores, así como de la Administración y los accionistas. También se reducen las primas de seguro y se facilita el acceso de la empresa a créditos y licitaciones públicas.

Ciertas entidades financieras, como el Banco Mundial, subordinan cada vez más la concesión de algunos de sus créditos a que los proyectos de desarrollo sean más respetuosos con el medio ambiente. Por citar otro ejemplo, la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid otorgó subvenciones el año pasado a aquellas pymes que quisieran implantar sistemas de gestión y auditoría ambiental.

De acuerdo con el “Informe 2001 de la gestión medioambiental en la empresa española”, elaborado por la Fundación Entorno, que trabaja para hacer compatible el desarrollo económico con la protección del medio ambiente, la mayoría (el 60%) de las compañías dispone de un responsable de medio ambiente con dedicación parcial.

Además, el 17 % de las empresas ha adoptado una administración ecoeficiente y, de este porcentaje, más del 70 % recurrió al asesoramiento externo para la aplicación de un sistema de gestión de estas características. Según las estadísticas, las comunidades donde más sociedades administran sus recursos de acuerdo con normas ecológicas son Madrid, Cataluña y el País Vasco, debido a la preponderante presencia industrial.

En tanto, en La Rioja, Navarra y Aragón casi todas las empresas que llevaron a cabo la certificación medioambiental solicitaron algún tipo de subvención. Por otro lado, las factorías dedicadas a la producción de mercancías electrónicas o eléctricas son las que han demostrado en mayor medida el cumplimiento de estas normativas, seguidas de las del sector químico y de la construcción.

Cómo es el proceso

Antes de certificarse, ya sea con la norma ISO 14.001 o con el Reglamento EMAS, las compañías deben encontrar sus “puntos negros” en el proceso de producción. Generalmente, una pyme quiere cambiar sus procedimientos cuando ha tenido algún problema en el pasado por no haber gestionado algún área correctamente, lo que le ha traído graves consecuencias. Entonces, lo primero que se plantea es “arreglar” la empresa.

"“Los empresarios asocian esos costes de reparación con la gestión medioambiental y, en verdad, son iniciativas que deberían llevar a cabo por ley. Hoy día, por ejemplo, Efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y otras entidades están realizando muchas inspecciones tomando muestras. Cuando descubren que una compañía no cumple las normas, la denuncian”", detalla Alberto Learreta.

Por otra parte, según declara Tomás Orbea, director de certificación de sistemas de la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR): "“La progresiva concienciación sobre los problemas medioambientales ha generado una respuesta en los legisladores. Las industrias que se anticipen a estas futuras acciones normativas evitarán traumáticas modificaciones en su actividad provocadas por los cambios en las leyes.

Una compañía puede certificarse una vez que tiene controlado el sistema de gestión y es capaz de comprobar las mejoras. Es entonces cuando se pone en contacto con una entidad verificadora con la finalidad de que realice una revisión en base a los planteamientos de la ISO 14.001 o del EMAS. Las grandes empresas ya están exigiendo a los proveedores que obtengan la certificación de alguna de estas dos ordenanzas.

Cabe destacar el caso de compañías como Red Eléctrica Española, que ha sido galardonada con el premio Empresa y Medio Ambiente por el desarrollo de una estrategia ambiental global. La compañía cuenta con un sistema de gestión implantado según la norma ISO 14.001 en 1998 y certificado un año más tarde por AENOR. “

"Es un deber general tratar de compatibilizar las exigencias propias de las actividades económicas e industriales con el máximo respeto al medio ambiente”", comenta la dirección de la empresa. En el último ejercicio ha cumplido sus metas: ha reducido el consumo de agua y energía eléctrica; ha formado a proveedores y al personal interno en el ámbito que nos ocupa; y ha disminuido el riesgo de los vertidos accidentales de los transformadores.

Otro ejemplo es el de Philips Ibérica, cuya casa matriz en Holanda alberga a mil personas dedicadas al medio ambiente, y que ha lanzado al mercado más de 70 productos con diseño ecológico. Asimismo, ha rebajado en un 98% el uso de sustancias restrictivas; ha producido un 56% menos de residuos; ha ahorrado un 45% del consumo de agua; y todas sus factorías españolas han certificado sus procesos según la norma ISO 14.001.

De todas formas, Guillermo Cacharon, coordinador responsable de medio ambiente Philips Ibérica, prefiere hablar de inversión en vez de ahorro al referirse a estas cuestiones. "“Es sabido que un consumidor prefiere comprar un artículo ecológico aunque le cueste un 2% más que uno común. Las demandas sociales relacionadas con el medio ambiente hacen que sea ‘obligatorio’ implementar gestiones de este tipo si una empresa quiere seguir manteniéndose en el mercado. Es una cuestión de supervivencia"”, asegura.

A este respecto, Mariano Seoanez Calvo, ingeniero especialista en medio ambiente y autor de Auditorias medioambientales y gestión medioambiental de la empresa, añade que "“este tipo de gestión permite no sólo internalizar el coste del medio ambiente en el sistema contable de la empresa, sino también, y es lo más importante, introducir mejoras en los procesos productivos que conducen a un aumento de la rentabilidad de la inversión realizada".

Y concluye: "Se trata, por tanto, de una forma de gestión que está engranada en el nuevo modelo de ecodesarrollo que va a predominar en el siglo XXI”".

 

Las ventajas en cifras

Según un estudio realizado por la Unión Europea con el fin de evaluar las mejoras derivadas de la aplicación de un sistema de gestión medioambiental conforme con los requisitos del Reglamento EMAS, los centros productivos que se registraron en este sistema obtuvieron:

  • 31% ahorro de costes.
  • 29% mejora de la imagen.
  • 19% mejora de sus resultados medioambientales.
  • 14% mejoras en la organización, programas y objetivos.
  • 11% garantías en el cumplimiento legal.
  • 11% ventajas competitivas.
  • 26% una mejor actitud de los trabajadores.
  • 10% incremento de la cantidad de clientes o mayor satisfacción de éstos.

Fuente: Johana Kunin