El carbón es un diamante

01 oct 2005

Alberto Calderón recuerda la imagen como si fuera ayer. En su función de presidente de la principal empresa exportadora de carbón en Colombia, Carbones del Cerrejón, se encontraba a principios de este año en las playas del mar del Coral, en Australia, en la costa noroccidental del país. Rodeado de bellísimos islotes, el lugar es uno de los principales destinos para el buceo en el planeta. Allí, en las honduras de sus aguas cristalinas, se encuentra el mayor arrecife del mundo.

Calderón, sin embargo,se hallaba en viaje de negocios y su destino lo llevó más bien hacia el puerto. "Estaba muy entusiasmado. Australia es el mayor exportador de carbón del mundo. Pensé que iba a ver una cadena de transporte muy sofisticada", recuerda. El paisaje con el que se encontró, en cambio, le trajo los amargos recuerdos del puerto de Santa Marta, en la costa caribeña de Colombia. Más de 20 barcos esperaban anclados en el mar la posibilidad de entrar al puerto para cargar carbón. "En nuestra industria, el problema de los cuellos de botella no discrimina por nacionalidad", sentencia.

El carbón, en los últimos dos años, se ha transformado en un diamante. La cotización en el mercado mundial pasó de 30 dólares por tonelada en 2003 a más de 50 este ejercicio. La industria, que muchos ya daban por muerta, goza de una segunda vida gracias al auge de la demanda de energía. El fantasma del alza de los precios del petróleo ha renovado su atractivo. Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, el consumo de carbón hacia 2025 se mantendrá intacto. Y eso con la mala publicidad que le persigue, a lo que se suma el Protocolo de Kioto, que ya establece una reducción en las emisiones que produce el mineral.

En los países con economías emergentes, el consumo subirá en torno a un 16%. Y es que el carbón tiene, ante todo, una gran ventaja frente al petróleo:los principales productores no están en Oriente Próximo. Australia, Indonesia, Colombia, Sudáfrica y China encabezan la lista de los mayores exportadores.Su industria no es un mar de eficiencia. Como la historia de Calderón demuestra, existe un peligroso desequilibrio entre el aumento de la demanda y la capacidad de transporte.

Las inversiones en infraestructuras para el traslado de carbón, tanto públicas como privadas, se han mantenido muy por debajo del tirón de la demanda. Desde Queensland hasta Barranquilla,los puertos no dan abasto y los barcos tienen que esperar para poder transportar el mineral. "Países como Sudáfrica, Colombia e Indonesia sufren de muchos años de falta de inversiones", explica Shane Stephan, jefe de operaciones de Macarthur Coal, una empresa sudafricana con operaciones en Colombia. "Y nadie invierte para aumentar la producción sino está seguro de que va a tener capacidad en el puerto".

 

Inversiones congeladas

La Organización Mundial de Comercio (OMC) señala que el problema va más allá de los puertos. En un informe publicado en mayo pasado, laOMC destacó algo que muchos economistas ya vienen insinuando como una extraña paradoja:a pesar del boom que se vive en el sector de las materias primas, las inversiones para incrementar o mejorar la capacidad de producción y transporte se han mantenido congeladas.

Como señala la OMC, muchas de estas economías emergentes que se sustentan en sus exportaciones de materias primas se encuentran sumidas en un agrio debate sobre si esas inversiones las debería asumir el sector público o si deberían recaer en los hombros de las empresas.Eso sí, China es un caso aparte. Uno de los mayores consumidores y productores de carbón en el mundo, su industria cuenta con el apoyo del Gobierno.

Las inversiones en infraestructuras para 2004 alcanzaron los 17.000 millones de dólares.Ese caso, no obstante, es la excepción. Para muchos inversores privados, las inversiones son peligrosas. Francisco Blanc, analista de Merryll Lynch, explicó en un informe publicado este año que su firma "no espera que los cuellos de botella en la cadena de suministro desparezcan a corto plazo". Según esta agencia bursátil, esto supone "una mayor presión al alza para los precios del carbón".

En ese laberinto de transporte y suministros, Australia se ha transformado en una de las principales trampas. Sus exportaciones de carbón han aumentado un 2,3% en los últimos dos años. Aunque los conocedores del sector aseguran que si los puertos se lo permitieran, serían mucho mayores.De acuerdo con un análisis de la revista The Economist, la evolución de sus exportaciones en medio del gran crecimiento que está experimentando el sector es "simplemente vergonzosa".

Un estudio realizado por el Gobierno australiano publicado en junio pasado señala que los problemas de logística que sufre la producción de carbón son exagerados por la industria. Si bien el informe también apunta que el sector puede sufrir problemas graves si no se resuelven. Por su parte, el Gobierno no quiere hacerse cargo de esas inversiones y prefiere despejar el camino para facilitar las iniciativas del sector privado.

BHP Billiton y Rio Tinto, dos de las empresas mineras más potentes del mundo, ya preparan sus proyectos. Ambas están listas para desembolsar 850 millones de dólares con el fin de mejorar su red de transporte. Aun así, el proceso es lento, los baches regulatorios son difíciles de esquivar y la capacidad portuaria tarda años en ampliarse. Al otro lado del globo"El mismo problema está en todas partes", reflexiona Calderón.

En Colombia, el cuarto mayor exportador de carbón del mundo, los puertos tampoco dan abasto. En la zona norte del país se encuentra la mayor mina a cielo abierto de todo el planeta. La producción del país ha subido al ritmo de un 24% en los últimos dos años y ha generado ingresos de 1.700 millones de dólares. El Cerrejón, que pertenece a los gigantes de la industria minera BHP Billiton,Anglo American y Glencore International, prevé pagar 320,3 millones de dólares en impuestos y 118 millones en plusvalías por el año 2005. Además, la mina, que suministra el 60% de todas las exportaciones de carbón en Colombia, también financia escuelas y hospitales."No podemos ignorar la realidad del país", comenta Alberto Calderón.

Las locomotoras de El Cerrejón, que arrastran hasta 120 remolques, realizan media docena de viajes diarios desde la mina hacia el puerto, transportando 80.000 t de carbón cada 24 horas.Los cargueros que esperan en el mar Caribe lentamente se acercan al puerto para ser rellenados mecánicamente. En la mina, los trabajadores están empeñados en alcanzar la meta de extraer un récord de 25,7 millones de toneladas este año. "En seis meses hemos movido tanta tierra como la que removieron en la construcción del Canal de Panamá", dice Nancy Murgas, portavoz de El Cerrejón.

A diferencia de las excavaciones de los 80 km de largo del Canal de Panamá, la remoción del carbón y el material que lo cubre (que se deposita a un lado para rehabilitar la tierra después de que la extracción se complete) se hace con unas máquinas de un tamaño enorme. Montarse en uno de estos ingenios, que puede cargar 80 t de una sola vez, es como trepar por un barco.Los depósitos de El Cerrejón ocupan unas 69.000 ha. Uno de los siete orificios de la mina tiene 250 m de profundidad y 3,5 km de largo. En esa escala, y vistas desde el borde de uno de los gigantescos hoyos, estas máquinas que cavan la tierra parecen miniaturas. Pero no hay nada pequeño en las ambiciones de El Cerrejón. Nancy Murgas dice que esperan que la compañía trabaje durante décadas, extrayendo unos 770 millones de toneladas.

 

Un futuro nada negro

Las perspectivas para la industria son buenas.El carbón es el principal generador de electricidad en el mundo. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que es básicamente el guardián de los intereses energéticos de los países industrializados, este mineral es la fuente del 36% de la producción de electricidad a nivel mundial. El gas natural y la energía nuclear juntos apenas llegan al 35%, mientras el petróleo supone el 10%.

El aumento en los niveles de negocio ha empujado a las principales multinacionales hacia una ola de consolidación. BHP Billiton, Anglo American y Rio Tinto, los tres peces grandes de la minería, andan al acecho para intentar adquirir otras firmas. En todo el sector los beneficios parecen estar disparándose. Anglo-American triplicará este mismo año sus ganancias. Augusto Jiménez, presidente de Drummond, una de las grandes empresas carboneras en Sudamérica, explica que todo el mundo está intentando unir fuerzas para sacar el máximo provecho."Hay bastante liquidez y por tanto muchas ganas de expansión", indica Jiménez.

En Europa,la polaca Kompania Weglowa, que emplea a másde 79.000 trabajadores, estaba perdiendo cerca de 30 millones de euros cada mes en el último año. Con los precios y la demanda por las nubes,ahora registra unas ganancias mensuales de 10 millones de euros.¿El futuro? "El carbón seguirá caro siempre y cuando el petróleo siga asustando a los mercados",analiza el presidente de Drummond. El problema, sin embargo, es que la industria no apuesta por mejorar sus redes logísticas.

 

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50 AÑOS DE DECLIVE EN ASTURIAS

 

El carbón en España continúa siendo la primera fuente de energía eléctrica. Las térmicas asturianas, especialmente las de Unión Fenosa e Iberdrola, alcanzaron en las primeras dos semanas de julio pasado unas cotas de producción de casi el 100%. Este mineral se convirtió en la primera fuente energética utilizada, ya que permitió cubrir el 20% de la demanda del país. Aun así, el declive de la economía de Asturias, el principal productor, sigue sin tocar fondo. Desde 1955, el crecimiento del Principado ha estado por debajo de la media española.

Según datos de la consultora Hispalink, esta región ocupaba hace 50 años el quinto puesto en el ranking de valor de producción industrial. Ahora ocupa el puesto número 24. Y el diferencial entre la economía nacional y la asturiana continúa agrandándose.Según un estudio del economista Julio Alcaide, el mayor problema es la dependencia en las materias primas, que aunque hegemónicas a nivel nacional, nunca pudieron competir con la calidad y los precios del carbón británico, que empezó a entrar en el país con la anexión a la Unión Europea y rompió el monopolio asturiano.

Desde entonces, empresas como Hunosa –que este año espera recibir una importante inyección económica de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) y que tiene encima de la mesa un reajuste laboral que puede afectar a 4.000 trabajadores– no han conseguido levantar cabeza. En fin, 50 años de declive de lo que una vez fue la economía más pujante de España.