9.561.000 km2. 1.300 millones de habitantes. 18.000 km de litoral. 4.000 km de vías navegables. 9% de crecimiento anual. 300 millones de usuarios de telefonía móvil. Un 25% del total de contenedores que se mueven en todo el mundo. 53.510 millones de dólares anuales de inversiones extranjeras. Impresionantes magnitudes que configuran la radiografía del conocido como gigante asiático: China. El viejo dragón se despereza y hay quien sostiene que el resto del mundo va a notar, y mucho, sus movimientos.
Dice Pedro Nueno, profesor del IESE Business School de Navarra y presidente del Consejo Académico del CEIBS (China European International Business School), la escuela de negocios más reputada de China, que "si bien todos hemos oído hablar en algún momento del rápido desarrollo chino, se trata en verdad de un fenómeno de difícil comprensión hasta que uno no lo ve con sus propios ojos".
Cuando China despierte
, miles han sido las veces que esta frase, con apariencia de soterrada amenaza, ha sonado en el mundo, sobre todo desde la década de los setenta del pasado siglo. El potencial de la nación más poblada del planeta, la tercera por extensión, no ha dejado nunca impávidos a los observadores. Ahora, la entonces velada advertencia se está convirtiendo en realidad. China, repiten una y otra vez analistas y artículos, ha despertado. Para demostrarlo esgrimen las incontestables cifras de crecimiento económico y actividad comercial obtenidas en la última década, especialmente desde la admisión del país en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001.
Hoy, China es líder mundial en exportaciones de ropa, calzado, productos electrónicos y juguetes. Su industria textil es la mayor del mundo en producción y exportación. En estos sectores el 50% de lo producido a escala mundial lleva el sello Made in China. La fabricación de coches encabeza el crecimiento industrial del país y el número de propietarios de automóviles se incrementa cada día. De hecho, el aumento de ventas de Volkswagen proviene casi íntegramente de China.
El mercado de telefonía móvil es de los más dinámicos, por ejemplo: el 14% de las ventas de Motorola se realizan en China. En 2003, los chinos consumieron aproximadamente el 30% de materias primas sobre el total mundial, fueron los primeros importadores de cemento (el 55% de la producción mundial), carbón (el 40%) y acero (el 25%). Además, ocuparon el segundo puesto, tras Estados Unidos, en importaciones de petróleo. Sin embargo, las pruebas de la recuperación de un papel protagonista en la escena internacional no aclaran qué consecuencias va a tener este despertar a medio y largo plazo. La China comunista se ha dejado abrazar por el antaño denostado capitalismo y semejante conjunción abre muchas incógnitas.
Capitalismo a la china
China inicia su gran reforma económica tras la muerte de Mao Tse Tung en 1976. Pero, será dos años después, con el ascenso al poder de Deng Xiaoping, cuando se imponga un nuevo modelo económico de desarrollo cuyos pilares son: la abundancia de una mano de obra barata, la masiva recepción de fábricas de ensamblaje y la exportación de productos de bajo precio.
Aquel sistema, en su momento definido como muy primitivo, iba a convertirse en los inicios de la globalización en la gran promesa asiática. China comenzaba a atraer la atención de los inversores extranjeros. Las características de su sistema político, con la planificación centralizada, un único partido en el poder y sus limitadas libertades individuales y de mercado no iban a resultar excesivamente problemáticas.
Zonas económicas especiales
El establecimiento, en 1980, de las cinco primeras zonas económicas especiales fue un paso decisivo hacia la apertura del mercado chino. A estas áreas asentadas en la costa poco a poco se fueron incorporando nuevas zonas. De este modo se configuró un contexto de apertura al exterior que integra el litoral, las orillas del río Changjiang, las zonas fronterizas y las interiores del país.
Gracias a esta red de zonas económicas especiales instaladas a lo largo de su extenso frente marítimo, en poco tiempo China se transformaba en una gran potencia exportadora. Comenzaba un espectacular crecimiento que desde hace dos décadas supera el 9% anual. Hoy es la sexta economía más grande del planeta. Sus productos invaden el mundo, especialmente el mercado de Estados Unidos (en 2003, el déficit comercial estadounidense ante Pekín alcanzó los 130.000 millones de dólares). En medio de todos estos cambios, el Estado se lanzó a modernizar el país multiplicando la construcción de infraestructuras: puertos, aeropuertos, autopistas, vías ferroviarias, puentes, embalses, rascacielos. Pero, las diferencias entre la costa y el interior aún persisten. El gran oeste de China crece muy por debajo de la media.
Según Eduardo Morcillo, de InterChina Consulting, empresa que proporciona servicios de consultoría sobre el mercado chino a empresas occidentales, "el proceso de desarrollo en China está marcado por el binomio crisis-solución, escenario provocado por la escasez de recursos, que el Gobierno prefirió centrar en la costa, para crear economías saludables y poder desviar fondos y recursos a otras zonas en el futuro". En opinión de este experto en el mercado asiático, "esa apertura escalonada se hizo con la idea de crear zonas de referencia para convertirlas en ciudades abanderadas que, a su vez, representarían ante chinos y extranjeros el éxito de la economía comunista de mercado".
Los puertos, el motor económico
La zona costera de China ha tenido un común denominador: sus puertos. En los dos últimos años el tráfico portuario de mercancías se ha incrementado hasta un 50% en puertos como los de Shenzhen y Ningbó. Esto ha convertido a China en uno de los principales mercados en mercancía contenerizada. En total, aquí recalan y de aquí salen entre el 20 y el 25% del total de contenedores que se mueven en todo el mundo.
En el caso de sectores como el juguete y el textil, representa el 50% y el 60%, respectivamente, del comercio internacional contenerizado. Además de los puertos costeros, que están jugando un papel primordial en la economía, los puertos fluviales, con 4.000 de vías navegables en el interior, están moviendo un elevado número de contenedores con un crecimiento sostenido nada desdeñable. Este es el caso de instalaciones como Chongqing, con un hinterland de 25 millones de habitantes.
El precio y la seguridad de la manipulación, sin ruptura de carga en 4.000 km hasta llegar a la costa, son los dos factores esenciales que están empujando al alza la carga contenerizada por vía fluvial. Esto se traduce en que ciudades no costeras de China estén empezando a atraer inversión extranjera.
Inversiones de Occidente, productos de Oriente
En 2005, China levantará las restricciones a los minoristas extranjeros de acuerdo con los compromisos fijados con la OMC. Alentados por la desregulación y el potencial de 1.300 millones de compradores, los minoristas extranjeros se están trasladando a China. Wal-Mart, la cadena de tiendas más grande del mundo, tiene previsto establecer entre 2004 y 2005 más de trece tiendas en China. La cadena alemana Metro ha revelado sus planes de abrir 33 establecimientos en el mismo periodo. La firma francesa Carrefour, el mayor minorista en China con 53 tiendas, ha anunciado también sus planes de inaugurar tres supermercados Champion a finales de este año y de diez a quince para 2005.
El interés de estos grupos pone de manifiesto el atractivo de un enorme mercado con cientos de millones de consumidores en potencia. Pero, junto con las masivas posibilidades de venta, a China continúan llegando destacadas fábricas occidentales alentadas por los bajos costes de producción.
Recalentamiento económico
En este contexto, el temor del mercado se refiere al riesgo de sobrecalentamiento de la economía. El índice de precios al consumo (IPC) creció un 5,3% en agosto de 2004 con respecto al mismo mes del año anterior, llevando la inflación hasta los niveles más elevados de los últimos siete años. Los inversores temen una subida de tipos por parte del Banco Central del país con el objetivo de enfriar la economía. El problema radica en que el modelo de crecimiento se basa en gran medida en la enorme capacidad de ahorro del país, que se acerca al 40% del PIB, y que se canaliza hacia la inversión, fundamentalmente a través del sistema bancario.
Luis Cacho Quesada, consejero económico y comercial de España en Pekín, ha analizado los contrastes y riesgos de la economía china y en sus conclusiones expone que "los milagros económicos absolutos no existen. Todo proceso de expansión económica, sobre todo si se produce al ritmo del caso chino, no está exento de tensiones ni de sobresaltos". Cacho Quesada reconoce que según los datos recientes existen claros signos de recalentamiento debido a un proceso de inversión excesiva así como a otro tipo de desajustes económicos de carácter estructural.
Sin embargo, añade que "ello no invalida la virtualidad del conjunto de la evolución económica y del sorprendente proceso de transformación que se está produciendo en este complejo país. Si acaso, introduce una llamada de atención y unas necesarias dosis de realismo en un momento en el que las expectativas y los pronósticos pecan de un exceso de optimismo".
Su diagnóstico coincide con el de Pedro Nueno, otro de los reputados expertos españoles en la economía del país de la gran muralla. Según este profesor del IESE y miembro de la principal escuela de negocios china, con sede en Shanghai (CEIBS) "es evidente que existen motivos para sospechar que en la actualidad se toman algunas decisiones sin un análisis previo adecuado. Sin duda, siempre que se ha producido este hecho, se ha planteado una corrección pocos años más tarde. Y todos sabemos que los excesos de capacidad productiva en prácticamente cualquier sector industrial en algún momento tienen que corregirse".
Pedro Nueno afirma que estamos ante una década "muy interesante" y prevé que "seguirán habiendo grandes oportunidades en China porque la privatización y la liberalización son inevitables, pero existirá una gran competencia para su explotación y será necesario aplicar un riguroso análisis. Las empresas chinas tendrán que enfrentarse al nuevo desafío de invertir en el extranjero. El Gobierno tendrá que añadir nuevas perspectivas al equilibrio económico: menos intervencionismo estatal, más impuestos, más bienestar y, de forma ocasional, algo de apoyo puntual".
Con recalentamiento o sin él, nadie puede negar que China esté de moda. Y lo seguirá estando en los próximos años. Ahí está la preparación para 2008 de los Juegos Olímpicos de Pekín, y también la Exposición universal de Shanghai que se celebrará en 2010. Para entonces, al final de esta década, sabremos si la gran promesa asiática se ha convertido en una realidad.
CHINA EN DATOS
Capital: Pekín (Beijing).
Ciudades importantes: Chongqing, Shanghai, Tianjin, ChengDu, Guangzhou y Hong Kong.
Densidad demográfica: 134,2 hab/km2.
Crecimiento real del PIB (2003) : 9,1%
Inflación: -0,8% (2003).
Moneda: Yuan (Y).
Sistema de Gobierno: democracia popular basada en un régimen de partido único, Partido Comunista Chino (PCCh).
Jefe del Estado: Hu Jintao.
Idioma oficial: chino mandarín (putonghuá). Existen más de cien dialectos distintos. El idioma oficial coexiste, además, con otras lenguas de las regiones autónomas. En las relaciones comerciales con los extranjeros se utiliza el inglés.
Clientes: Japón (14,9%), Hong Kong (18%), Corea del Sur (4,8%) y EE UU (21,5%).
Tasa de desempleo: 4,5%
Población por debajo del umbral de pobreza: 10% (2001).
Sectores económicos
Agricultura: continúa teniendo un peso muy apreciable, aunque su participación en el PIB total ha disminuido significativamente. La superficie cultivable representa tan sólo el 10% de la del conjunto del país y sigue descendiendo. El tipo de cultivo es, en general, intensivo y los principales productos agrícolas son el trigo, el arroz, el maíz y la soja (los cuales suponen más del 60% de la superficie cultivada), además de las oleaginosas y el algodón.
Minería: sustanciales reservas de tungsteno, molibdeno, fosfatos, titanio y minerales férricos que dan origen a una sólida industria siderúrgica, así como a exportaciones significativas de antimonio, estaño, mercurio y metales y tierras raras de importancia crucial para la industria internacional de altas tecnologías.
Energía: el sector energético se basa en el carbón (China es el primer productor mundial), con una notable producción de petróleo y de gas natural.
Industria manufacturera: ha crecido a un ritmo acelerado en la última década, especialmente en el sector de la industria ligera rural, de creciente trascendencia en la economía china.
Principales subsectores: textil, maquinaria, siderurgia, química y electrónica. Recientemente se ha venido dando especial impulso a la industria siderúrgica, petroquímica, naval y aeronáutica. El turismo se presenta también como un sector de grandes posibilidades.
La pertenencia a la OMC y el consiguiente proceso de apertura exterior está impulsando un proceso de cierre o reforma de industrias obsoletas, así como la privatización parcial de empresas estatales.
Fuentes: ICEX, Casa Asia y Embajada de China en España.
ESPAÑA-CHINA: UNA RELACIÓN COMPLEJA
Actualmente, las relaciones comerciales y económicas entre España y el gigante asiático presentan muchas caras y alguna que otra cruz.
El establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países data de 1973. Desde entonces, las transacciones económicas y comerciales se han desarrollado sin cesar. Durante los primeros años, España exportaba a China fertilizantes químicos, productos químicos, acero, plásticos, papeles, fibras de propileno y, últimamente, medicamentos y maquinarias. A cambio, compraba algodón, fibras textiles, petróleo, aluminio, zinc, diversos productos químicos, flores artificiales, radios y otros productos de industria ligera. En 1987 China empezó a aumentar la exportación de productos no petroleros a España, con un incremento del 77% en el mismo año, lo que permitió la diversificación y el equilibrio del comercio entre los dos países.
En los últimos años, el sector empresarial de ambos estados ha empezado el contacto directo, y las relaciones de cooperación y de intercambios se hacen cada vez más estrechas. Ahora, en Pekín existen siete centros docentes superiores que tienen la carrera de español, con 200 profesores y 300 estudiantes matriculados. Hay Oficinas económicas y comerciales de España en Pekín y Shanghai. El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, el Banco Sabadell y el Banco Santander Central Hispano tienen oficinas de representación en Pekín.
Un ejemplo de esta relación lo encontramos en el hecho de que muchas empresas de cadenas comerciales de España mantienen relaciones profesionales frecuentes con empresas chinas, y algunas de ellas son clientes de envergadura. Por ejemplo, El Corte Inglés, los grupos Alcampo y Carrefour. En el sector de venta de confecciones, el grupo Zara tiene una oficina representativa en China. Y el 40% por ciento de la ropa vendida del grupo Mango es confeccionada en empresas chinas.
Otra prueba del interés que China genera en España es la multiplicación en los últimos meses de visitas comerciales y seminarios sobre las oportunidades de negocio en el país asiático. El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pascual Maragall, ha sido uno de los últimos en acudir a la llamada china. El pasado mes de octubre Maragall visitó Pekín y Shanghai, en donde apoyó el Plan Asia que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está elaborando y que presentará en los próximos meses. La comitiva que acompañó a Maragall incluyó a los consejeros de Economía y de Trabajo e Industria, además de a unos sesenta empresarios catalanes que buscan incrementar las relaciones comerciales y captar inversiones.
Desde Pekín, el presidente de la Generalitat, aseguró que "Cataluña puede ser la puerta de entrada de España en el mercado asiático". A juicio de Maragall, "en una clasificación sobre dónde vale la pena instalarse, todo indica que las inversiones aquí son las más rentables y se tendrán que hacer". En esta misma línea, Amadeu Jensana, director del centro de negocios de Casa Asia, consorcio integrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona, que cuenta con un Consejo Económico formado por empresas y expertos en negocios, ha señalado que "las empresas españolas tienen buenas oportunidades de negocio en determinados sectores, que prevén un gran crecimiento en los próximos años. Entre otros, el textil se estima que China tenga el 40% de la cuota de mercado en ropa de vestir tras la liberalización total en 2005 o el de la maquinaria para la alimentación".
Por los pies
No obstante, la misma capacidad productora que atrae a los inversores tiene efectos diferentes en los pequeños productores españoles. Por ejemplo, China se ha convertido en el primer proveedor de calzado en España con la importación de 61,9 millones de pares de zapatos en 2003, lo que representa el 47% del total de unidades provenientes del exterior, según el Anuario de 2004 de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE).
Pero junto con lo que algunos ya denominan invasión china del sector del calzado, de productos en general de baja calidad, se ha producido la paradoja de que son varias las empresas españolas que han trasladado a este país asiático su producción, para optimizar beneficios en algunos casos o para evitar el cierre en otros. En este contexto tuvieron lugar a finales del verano de 2004 los incidentes de Elche, cuando un grupo de personas quemó dos naves de calzado chino.
Son los efectos de la globalización y de la deslocalización industrial. Para corregirlos, los productores afirman que sólo existe una forma: dotar de valor añadido. Los expertos coinciden que "la presencia en China no hay que analizarla sólo en términos de riesgo, sino de oportunidad. Es difícil pensar que a medio plazo una empresa no busque mercado en una zona dinámica del mundo. O vas a China o te la vas a encontrar en España". O sea, que las empresas que subestiman el potencial económico e industrial del dragón asiático, incluidas las pymes, corren el riesgo, no sólo de perder oportunidades de crecimiento, sino también, de poner en peligro su rentabilidad e incluso su propia supervivencia.
La apuesta del Port de Barcelona
La Autoritad Portuaria de Barcelona (APB) cuenta, desde 1998, con una representación permanente con oficinas propias en Hong Kong, Shanghai y Pekín. El objetivo es la promoción de toda la comunidad portuaria "que, realmente, es la que articula todas las piezas del transporte marítimo, incluyendo exportadores e importadores, navieros, transitarios y estibadores, entre otros". En los últimos años, el Port ha cerrado acuerdos con distintos puertos chinos a fin de digerir este crecimiento continuado y consciente de que la solución no está sólo en la infraestructura.
China ha emprendido impresionantes obras portuarias utilizando las últimas tecnologías en construcción y adecuando sus puertos con nuevas terminales y equipamientos, necesarios para afrontar este crecimiento. Es aquí donde el papel de la APB está tomando una importancia renovada, con acuerdos de colaboración con puertos como Tianjing, Shanghai, Ningbó, Shenzhen y Hong Kong, entre otros. Esta colaboración se centra en cuatro áreas principales: formación continuada, medio ambiente y contaminación marina, promoción del sector de cruceros y logística.
Cuestión logística
En el caso de la formación continuada, el Port de Barcelona acoge periódicamente profesionales de puertos chinos, que aprenden del know how y experiencia de la instalación catalana a fin de paliar uno de los principales obstáculos para un desarrollo integral de los puertos chinos: los recursos humanos.
En cuanto a la logística, desde la APB sostienen que "éste es un mercado en que China todavía tiene mucho trabajo por hacer, ya que no implica mejorar únicamente el transporte y las infraestructuras, sino conseguir reducir costes mediante economías de escala". Actualmente, multinacionales con inversiones en China, con unas necesidades logísticas muy sofisticadas y ninguna experiencia en el mercado asiático, han visto cómo se complicaban los resultados a corto plazo y la viabilidad de la inversión.
Con las perspectivas de crecimiento inmediato de la logística y del mercado chino, el Gobierno del país ha realizado algunas concesiones para que el sector logístico pueda crecer al ritmo que le obliga su industria.
Según la Autoridad Portuaria de Barcelona, las nuevas medidas se centran en:
- Reducir el actual número de regulaciones que encorsetan el sector.
- Permitir más inversión extranjera en el sector logístico.
- Desarrollar la infraestructura necesaria para poder absorber el incremento del mercado y satisfacer sus nuevas necesidades.
- Facilitar la aplicación de las tecnologías de la información.
- Estandarizar los servicios logísticos y sus productos.
Junto con los acuerdos con los principales puertos del país, la APB ha creado La Cátedra Logística en el CEIBS, (China European International Business School), la escuela de negocios de más renombre de China, y una de las principales de Asia. Este centro, con sede en Shanghai, fue fundado en 1994 con el apoyo de la Unión Europea y del Gobierno central chino. Desde el principio, España ha desempeñado un papel muy destacado en su desarrollo: varias escuelas de negocios, universidades, instituciones y empresas españolas han impulsado este proyecto tanto desde su vertiente académica y social como económica. El grupo consultivo de la cátedra creada por El Port de Barcelona está formado por operadores logísticos y clientes finales.