El aceite recicla su futuro

27 mar 2014

 

El año 2007 ha marcado un verdadero hito en el sector de los aceites industriales. Un nuevo sistema integrado de gestión formado por los productores se hará cargo de la recogida y reciclaje de todo el lubricante usado en España. La única pega es que al final el consumidor tendrá que pagar más por el producto.

Cada 15.000 km su coche genera un problema. Usted no es consciente de ello, ya que el problema se queda en el taller donde cambian el aceite lubricante de su vehículo. Si ese inconveniente lo multiplicamos por todos los automóviles que circulan por España y añadimos el aceite de uso industrial, es decir, aquel que lubrica las máquinas de las industrias, el daño se convierte en gigantesco.

Y es que en nuestro país se ponen en el mercado más de 500.000 t de aceite lubricante. Esta clase de aceite está considerado por la Unión Europea como un residuo tóxico y peligroso, fundamentalmente por su contenido en metales pesados y su capacidad de contaminación de las aguas.

El aceite de uso industrial representa alrededor del 40% de estas 500.000 t, mientras que la automoción se lleva el resto. Dentro del sector del lubricante industrial, las comunidades autónomas que más lo consumen son, obviamente, las más industrializadas, con Cataluña en primer lugar, con un 19,1%, seguida de Euskadi (12,8%) y Andalucía (11,7%).

Según los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la industria manufacturera es el sector industrial que más aceite lubricante usado genera (143.000 t). A nivel ecológico, el principal obstáculo que se presenta es que no todo el aceite comercializado es reutilizable para un uso posterior.

“Sólo entre el 40 y el 42% de la totalidad del aceite lubricante que se vende en España se puede recoger”, asegura Manuel Matesanz, director de programa de la Subdirección General de Prevención de Residuos del Ministerio de Medio Ambiente.

A pesar de lo que pueda parecer, esta cifra no responde a una dejadez por parte de las administraciones o de los actores del sector, sino que se debe en gran parte a que existen distintos procesos de combustión, como las motocicletas de dos tiempos, que no generan aceite sobrante. “Nuestro objetivo es incentivar para que se recoja la totalidad de ese aceite, evitando así su impacto ambiental”, matiza Manuel Matesanz.

 

RECOGIDA RESPONSABLE

Para la correcta gestión del aceite industrial, en junio de 2006 se aprobó un real decreto “por el que se regula la gestión de los aceites industriales usados, y que tiene por objeto establecer medidas para prevenir su incidencia ambiental y reducir la generación de los mismos”, tal y como se puede leer en su preámbulo. Esta normativa introduce en España una nueva filosofía, asumida ya en toda la Unión Europea, basada en el principio de responsabilidad del productor de un artículo contaminante.

Por este motivo, los fabricantes de aceites industriales desde el 1 de enero de 2007, fecha de entrada en vigor del nuevo real decreto, deben responsabilizarse de la recogida y correcta gestión de los mismos, financiando los déficit de explotación que pueda haber en estos procesos. “En el sector de lubricantes en España hemos aceptado este reto”.

Así de contundente y seguro se muestra Eduardo de Lecea, director general del Sistema Integrado de Gestión de Aceites Usados (SIGAUS). La entidad aglutina a exactamente 82 empresas, que representan el 90% del mercado español de aceites industriales. Estas compañías –a través de esa asociación sin ánimo de lucro– se encargan de efectuar la gestión completa de los residuos del lubricante, en colaboración con las distintas administraciones locales y regionales.

Los objetivos que el real decreto promulgado en 2006 ha marcado para el SIGAUS son:

- La recuperación del 95% de los aceites industriales usados.

- La valorización del 100% del aceite usado y recuperado.

- La regeneración de entre un 55% y un 65% del aceite usado recuperado en 2007 y 2008, respectivamente.

Teniendo en cuenta la financiación que estamos llevando a cabo –desde la recogida del aceite usado hasta el tratamiento final mediante regeneración y reciclado– y la capacidad de tratamiento instalada en España para tales procesos, se puede asegurar que cumpliremos los objetivos de recogida, regeneración, reciclado y valorización”, resume Eduardo de Lecea.

En Cataluña, la empresa encargada de esta gestión integral de los aceites usados es CATOR. Una firma privada que realiza su gestión gracias a una concesión administrativa de la Generalitat en unos términos muy similares al SIGAUS.

 

Paga el consumidor

Pese al principio claro de esta norma con respecto al productor de lo contaminante, lo cierto es que los consumidores de los lubricantes industriales son los perjudicados por el encarecimiento de los precios. Según los cálculos del SIGAUS, el coste del sistema de gestión asciende a 0,06 euros por cada kilo de aceite industrial que se pone en el mercado.

Este aumento, según el real decreto, puede repercutirse en el precio final a los consumidores. “Eso sí, siempre que se informe debidamente en la factura”, matiza de Lecea. Y es que, “aunque sean las empresas fabricantes de aceites industriales las que inicialmente financian el sistema, serán los consumidores finales quienes absorban el impacto económico que conlleva la correcta gestión del aceite usado”, finaliza.

En cuanto al proceso de gestión, se puede decir de forma general que el residuo se somete a los siguientes procesos:

1º Almacenamiento del aceite usado: En las industrias, talleres, concesionarios, etc. se recoge el aceite usado generado, que debe ser almacenado correctamente y, más tarde, retirado por un procesador autorizado.

2º Centro de almacenamiento: El aceite usado retirado por un procesador autorizado será transportado a un centro de almacenamiento donde se procederá a su análisis, clasificación y filtración para decidir su siguiente destino.

3º Planta de tratamiento y valorización: En este tipo de plantas, y mediante procesos fisicoquímicos, se acondiciona el aceite para permitir tratamientos o usos posteriores.

 

El ejemplo de Tracemar

Es en este momento en el que entran a formar parte del proceso las empresas de recuperación de aceites usados a través de los diferentes procesos: regeneración, reciclaje y valorización. Tracemar es uno de los referentes del mercado español ya que tiene capacidad para tratar alrededor del 50% de los aceites usados producidos en España.

Los procesos de regeneración de los lubricantes –aquellos que hacen posible la reformulación y reutilización en otro tipo de aceites– representan el 55% de todo lo recuperado. Mientras que el 45% restante se valoriza energéticamente (también llamado cogeneración), se recicla o incinera.

Su planta Ecolube –en el municipio madrileño de Fuenlabrada– es una de las más importantes de España, con una capacidad total de regeneración de 36.000 t al año. Darío José García, director general de Ecolube, asegura que junto a las otras instalaciones de generación y cogeneración de Tracemar, “somos el actor básico de la recuperación de aceites industriales en el mercado nacional”.

Ecolube consigue regenerar del aceite usado un 56% de bases lubricantes, un 32% de componentes asfálticos y un 5% de hidrocarburos ligeros. Además, el 7% del agua que habitualmente existe en el aceite inicial también es separado y se envía a un gestor autorizado.

La descripción, a grandes rasgos, de todo el proceso de regeneración efectuado en la planta de Fuenlabrada se podría resumir en tres pasos:

1º Pretratamiento químico para facilitar la posterior extracción de los aditivos metálicos.

2º Extracción con propano líquido para separar asfaltos, el agua y los aditivos.

3º Destilación por alto vacío con el fin de obtener las bases lubricantes.

Tracemar cuenta con otras dos plantas: Aurecan, en Palos de la Frontera (Huelva), y Auremur, en Cartagena (Murcia). A través de estas dos instalaciones, que efectúan los procesos de generación y valorización energética, Tracemar regenera unas 56.000 t al año y revaloriza 32.000, lo que supone una producción de energía eléctrica de 120.000.000 kWh/año.

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EL DESTINO DEL ACEITE

Los aceites lubricantes usados, tanto de procedencia industrial como los empleados en automoción, están considerados por la normativa vigente como un residuo especial o residuo tóxico y peligroso, dado su contenido en metales pesados y su capacidad de contaminación de las aguas.

Para el ciudadano sin conocimiento específico en este sector, todo aquello que permite una reutilización de los aceites usados o que no sea nocivo para el medio ambiente se incluye dentro del amplio concepto de reciclaje. Pero la verdad es que se pueden distinguir cuatro tipos de alternativas para la gestión de aceites usados:

•Los procesos de regeneración que, mediante distintos tratamientos del residuo, posibilitan la recuperación material de las bases lubricantes presentes en el aceite original, de modo que resulten aptas para su reformulación y utilización.

• Los procedimientos de reciclaje de combustible, utilizable en motores diésel de generación eléctrica.

•La valorización energética como fueloil industrial, ya sea por combustión directa o con pretratamiento del aceite (separación de agua y sedimentos).

• Los procedimientos de destrucción del residuo por incineración.

 

Alternativas técnicas

Cada una de las opciones de gestión presenta múltiples alternativas técnicas para llevar a cabo las operaciones de regeneración o reciclaje. En la gran mayoría de los casos, no hay disposiciones legales que determinen la aplicación de una u otra a un residuo en particular, aunque sí una recomendación normativa sobre el orden de prioridades entre ellas.

La opción de regeneración a bases lubricantes es la definida como prioritaria en la directiva de la Unión Europea 87/101, que rige este sector, y en las disposiciones españolas que se derivan de ella. Esta prioridad se basa en las ventajas ambientales de los procesos actuales de regeneración; por su mayor ahorro de materias primas, menores emisiones y olores, y reducida producción de residuos o efluentes.

No obstante, estas ventajas no invalidan las opciones de valorización energética, que pueden ser adecuadas en determinadas circunstancias (limitada disponibilidad de residuos o factores energéticos locales).