El petroleo se lo pone crudo a las economías occidentales

01 sep 2004

La volatilidad en el precio del petróleo está haciendo temblar la recuperación económica de medio mundo. ¿Pero quién o quiénes son los causantes de esta situación? Los principales culpables hay que encontrarlos en la especulación que está sufriendo esta materia prima, la enorme demanda procedente de China y la convulsa situación en Oriente Medio. Sin embargo, los expertos pronostican que a medio plazo el precio del oro negro se moderará. ¿Tendrán razón?

El petróleo se ha convertido en los últimos meses en un verdadero dolor de cabeza para las economías occidentales. La espectacular progresión de los precios –en el mes de enero el barril Brent cotizaba a 30 euros para alcanzar los 38,5 en la primera semana de junio– ha provocado que se enciendan las señales de alarma en los Ministerios de Economía de medio mundo.

Una sensación que ha contagiado al Banco Central Europeo (BCE), que en su último informe revela una conexión preocupante: el incremento del precio del crudo se va a traducir en los próximos meses en un aumento de la inflación superior al 2% –el límite establecido como objetivo por los 12 países de la eurozona–. El problema de fondo, aunque crezca la producción, y los precios temporalmente se moderen, sigue estando ahí.

Pero hay más previsiones y no precisamente muy halagüeñas. El director de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Claude Mandil, ha advertido de que “"un alza duradera del crudo, por ejemplo un año, y de 10 dólares por barril, supondría una reducción de 0,5 puntos en el crecimiento mundial y de 0,4 en el avance de los países ricos"”. Por si no fuera poco, todo esto se produce en un momento en el que las economías occidentales comenzaban una tibia recuperación tras dos años de estancamiento. Si el petróleo se interpone en este crecimiento, la situación puede ser muy preocupante.

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta encrucijada, si hasta hace escasos meses el precio del barril Brent (es un tipo de crudo que se extrae en las perforaciones del mar del Norte y que en Europa se utiliza como referencia; en Estados Unidos, por el contrario, se emplea la modalidad conocida bajo el nombre de Texas) se encontraba a 30 dólares? ¿Por qué se han despertado los precios con esa brusquedad? La lista de responsables es bastante larga y “"en algunos casos no son sino una disculpa para la especulación más despiadada"”, denuncian los expertos.

El precio del barril se ha visto espoleado por el temor a ataques terroristas y sabotajes. El miedo principal es que Al Qaeda atente, como ya ha hecho, en Arabia Saudí, y ponga en jaque al principal productor de petróleo del mundo. Otra razón se halla en el bajo nivel de stock de crudo y gasolina que tiene Estados Unidos, cuyo volumen de reservas estratégicas es uno de los parámetros que se utilizan para establecer el precio en los mercados internacionales del oro negro.

A todo este se le suma el espectacular aumento de la demanda procedente de China y la convulsa situación que todavía vive Iraq, otro de los suministradores mundiales más importantes. Y, como si aún fuera necesario buscar otras causas, los especuladores están haciendo su particular agosto en los mercados de opciones y futuros. Demasiados enemigos para que el precio se mantenga estable. Sin embargo, todas estas amenazas tienen un efecto diferente sobre el crudo.

EE UU, un país sin refinerías

Un caso realmente singular es el de Estados Unidos. Por culpa, entre otras razones, de una legislación medioambiental muy estricta no se ha construido ninguna refinería desde 1972, mientras que la demanda de gasolina ha aumentado desde esa fecha un 41%. Los americanos compran cada vez más coches que usan este combustible, frente al tradicional gasóleo. Tal vez unas cifras ayuden a comprender la magnitud del problema.

Si en 1975 los vehículos todoterreno a base de este combustible suponían el 2% de las ventas, actualmente este dato alcanza el 25%. La situación está muy clara. La demanda de gasolina aumenta a pasos agigantados y, por el contrario, la capacidad de refino sigue estancada en los niveles de principios de los setenta. En respuesta a esta situación el precio de la gasolina se ha disparado en los últimos meses, lo que ha añadido más presión a la cotización del petróleo.

Por si fuera poco, el ambiente se ha enrarecido más por la entrada en vigor en 2000 de leyes medioambientales muy duras que exigen a las refinerías vender en las zonas contaminadas un combustible llamado gasolina reformulada o RFG, que tiene la particularidad de contaminar menos. Sin embargo, este carburante es más complicado de refinar y su composición varía en función de cada estado, lo que aporta un factor más de inestabilidad. Los expertos señalan que la situación actual tiene muchas y peligrosas similitudes con la crisis energética que se vivió no hace mucho en algunos estados americanos ante la falta de suministro eléctrico.

En esta ocasión la explicación hay que encontrarla en que la caída a plomo del gasto público desde hace 20 años ha provocado que no hubiera centrales transformadoras y que las existentes tuvieran una capacidad muy limitada para abastecer a una nación que tiene tasas anuales de crecimiento superiores al 4%. Si se repite una situación así con el petróleo, la economía americana se enfrentaría a un verdadero problema que ni siquiera se podría solucionar recurriendo a sus reservas. Es en este momento cuando entra en escena otro jugador básico en esta partida: el stock de petróleo de Estados Unidos.

658 millones de barriles guardados en el golfo de México

Se estima que las reservas americanas de petróleo son de unos 658 millones de barriles, los cuales se encuentran almacenados físicamente en minas de sal excavadas a lo largo de toda la costa del golfo de México. Esta acumulación de crudo es una garantía para el funcionamiento de la economía americana en caso de crisis o en una situación de emergencia, además es una manera indirecta para regular el precio interno del combustible.

La actual Administración americana se ha negado a emplear este stock como camino para abaratar el carburante. "“Esta fórmula no será utilizada por el Gobierno Bush para hacer bajar los precios de la gasolina"”, ha repetido innumerables veces el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan. Se usen o no las reservas, el problema de fondo pervive. La producción es muy limitada para las necesidades económicas de un país en plena recuperación.

Tal vez la nación que mejor ejemplifica esta paradoja es China. El gigante asiático ha crecido en términos de producto interior bruto (PIB) un 9,8% durante los cuatro primeros meses de este año. Esta cifra está sustentada en una ingesta de petróleo enorme. Se estima que la sexta potencia económica del mundo consumirá este año, según datos de la agencia de información Reuters, nada menos que 280 millones de toneladas de crudo. Dicho de otra manera: 5,74 millones de barriles por día. Un dato espectacular si tenemos en cuenta que el consumo mundial de este hidrocarburo es de 3.600 millones de toneladas.

En 2004 China necesitará para su industria un 7,7% más de crudo que el año pasado. Los analistas occidentales han echado al menos parte de las culpas del agravamiento del precio del oro negro a esta tremenda demanda, así como a la caída de la producción propia. Estos mismos expertos predicen que sólo la petición china de petróleo en el sector del transporte podría aumentar a 260 millones de toneladas en 2020, prácticamente todo el carburante que consumirá este ejercicio el coloso asiático.

Detrás de esto hay un mercado interno que no deja de tirar con una vigorosidad enorme. Por ejemplo, el Instituto para la Investigación Energética (ERI, en sus siglas en inglés) espera que China cuente con 100 millones de coches en 2020. Para ese fecha entre 70 y 80 millones de chinos serán propietarios de un vehículo. Este apetito por el consumo está provocando que sea uno de los causantes de la inestabilidad del mercado del crudo. Pero, ¿es el único?

Desde luego, la situación de inestabilidad que vive Iraq no ayuda a que los precios se estabilicen. Los niveles de producción no se están recuperando conforme a lo previsto tras la invasión. En estos momentos la producción iraquí es de unos 2,5 millones de barriles por día, cuando el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, había asegurado que se alcanzarían los tres millones diarios.

A nadie se le escapan los problemas que el conflicto no resuelto está provocando en los campos petrolíferos. Para garantizar un suministro de crudo continuo habría que asegurar la estabilidad política y un flujo de inversiones extranjeras altas y constantes. Mientras no se produzca esto, comentan los analistas, el petróleo de Iraq va a ser más una fuente de problemas que una manera de resolverlos.

De hecho todavía hay muchos contenciosos abiertos, como la propiedad de ciertos campos petrolíferos en la frontera con Kuwait, un tema políticamente muy delicado que afecta al orgullo de ambas naciones, o la forma de repartir los beneficios procedentes de esta actividad.

Ahora bien, como indica Enrique Marazuela, director de inversiones de Aegon, “"hay que tener en cuenta, y esto es algo que se suele olvidar con demasiada frecuencia, que existen otras naciones productoras de crudo importantes que también están envueltas en conflictos, como sucede en el caso de Nigeria, Venezuela o Chechenia, concretamente esta última región produce el 5% del total del oro negro del mundo. Por lo que se puede aventurar que los intereses rusos en esa zona no son únicamente territoriales"”.

La especulación que no cesa

"“Una de las claves que explican el turbulento comportamiento del precio del petróleo en los últimos meses es la especulación que se ha vivido en los mercados de futuros. En verdad el precio del barril de petróleo tipo Brent debería estar en 30 dólares en lugar de los 40 que hemos visto en los pasados meses. La diferencia de diez dólares entre un precio y otro es el fruto de la especulación”", analiza con sinceridad José Luis Martínez, economista jefe de la firma especializada en inversiones financieras Citigroup.

Los especuladores han visto la posibilidad de conseguir excelentes beneficios aprovechando, como hemos visto, una acumulación de circunstancias adversas (aumento de la demanda mundial, con China a la cabeza, inestabilidad en Iraq, miedo a posibles atentados de Al Qaeda...). Pero no todos los expertos están de acuerdo en cargar las tintas y responsabilizar a las naciones productoras con conflictos prebélicos como las responsables de esta inestabilidad en los precios del crudo.

Mike Rothman, analista de Merril Lynch, cree que esta situación “"no se puede achacar ni a los conflictos bélicos ni al aumento de demanda de gasolina”". ¿Entonces? A su juicio, los responsables de este alza de los precios serían los hedge funds (término anglosajón que bien pudiera traducirse por fondos de cobertura).

Estos productos tienen unas particulares características que los hacen ser muy especiales. Son fondos de inversión no regulados (no están sujetos a límites de inversión), con políticas muy flexibles (entre las cuales se incluyen la inversión en instrumentos financieros de alto riesgo) y opacos (proporcionan poca o escasa información a los partícipes).

De acuerdo con la opinión de Mike Rothman, estos fondos han acaparado posiciones, o sea, han invertido en demasía en petróleo produciendo un excesivo encarecimiento del mercado. De tal forma que lo que empezaron siendo compras baratas han terminado convirtiéndose en caras. Un grano (para algunos) más dentro del granero de los problemas del oro negro.
 

España, una producción mínima

Sin embargo, lo que todos los especialistas tienen muy claro es que esta situación no tiene nada que ver con la tremenda crisis energética padecida en la economía mundial en 1973. “"En aquella ocasión se produjo un problema de escasez de petróleo, esto es, de la oferta. Ahora nos enfrentamos a la situación contraria. La reactivación de la economía mundial ha provocado un espectacular incremento de la demanda junto al deseo de algunos países, como Estados Unidos, de aumentar sus reservas estratégicas. Nos enfrentamos a un problema coyuntural; en la segunda mitad del año veremos como el precio del crudo se estabiliza"”, vaticina José Luis Martínez, de Citigroup.

A pesar de este mensaje tranquilizador, persiste una intranquilidad de fondo que pone en evidencia lo excesivamente vulnerables que son las economías occidentales a los movimientos de este combustible fósil. La diferencia entre países productores y consumidores es abismal. España lo sabe bien porque está dentro de esta segunda categoría. La producción española el año pasado sólo fue de 2,3 millones de barriles. Es una cantidad ínfima.

Tanto es así que solamente con dos días de trabajo las refinerías españolas habrían refinado, y por tanto transformado en gasolinas, toda la producción española. Por esta razón las refinerías nacionales tuvieron que importar el año pasado 57,3 millones de toneladas. ¿De dónde? Principalmente de Rusia (17,3%), Libia (13,3%), México (12,7%), Arabia Saudí (12,2%) y Nigeria (10,8%). Respecto a Iraq, únicamente un 2,7% de las importaciones procedían de este país.

En España se están haciendo bastantes esfuerzos (hasta ahora con resultados muy limitados) para aumentar la producción propia de hidrocarburos. Concretamente todas las miradas están puestas en los campos off-shore (alta mar) situados en el Mediterráneo como Casablanca-Montanazo, Chipirón, Angula-Casablanca, Rodaballo y el de La Lora, este último en Burgos. De cualquier forma, la producción no deja de ser meramente testimonial por el momento.
 

A vueltas con Kioto

Dentro de toda esta situación de inestabilidad energética muchos son los análisis que se pueden hacer. Pero, tal vez, el que ha pasado más inadvertido haya sido averiguar cómo casa esta situación, en la que se mezcla una mayor demanda de combustible de las economías occidentales, y por lo tanto un aumento de la polución, con la aplicación del tan traído y llevado Protocolo de Kioto, que regula la emisión de sustancias contaminantes a la atmósfera.

Para despejar todas estas incógnitas la consultora PricewaterhouseCoopers publicaba hace unas semanas un informe en el que analizaba cuál iba a ser el impacto de esta norma sobre la economía nacional. Y los números no pueden ser más intranquilizadores. La entrada en vigor de esta regulación supondrá para la economía nacional la pérdida de hasta 19.213 millones de euros en el periodo 2008-2012.

El estudio prevé que “en el primer año de aplicación de la directiva de emisiones la inflación podría tener un incremento adicional del 2,7%”, con la consiguiente pérdida de competitividad de la economía española.No conviene olvidar que los sectores más afectados por el Protocolo son precisamente los más dependientes del petróleo: generación eléctrica, refino, cemento, papel, cal, vidrio y siderurgia.

Tampoco hay que perder de vista que el oro negro está, poco a poco, entrando en una fase en la que los yacimientos comienzan a ser escasos, por lo tanto se puede prever en los próximos años un crudo caro que coincidirá en el tiempo con una industria obligada a no contaminar sino quiere sufrir fuertes sanciones económicas. “Demasiadas coincidencias negativas”, sentencian los analistas.

 


La resaca del precio del barril

Una de las grandes preguntas que surgen en todo este laberinto del petróleo es ¿cómo afectan las oscilaciones del precio del barril al resultado de las compañías petroleras y eléctricas? Pues bien, una respuesta clara y precisa la puede aportar el bufete de abogados especializado en energía Mariano Aguayo, sin duda una de las firmas más reputadas en este sector.

Su opinión es explícita: “"Repsol es la única petrolera española a la que le afecta considerablemente el precio del petróleo, ya que tiene una producción neta de crudo de unos 413 millones de barriles por año. Una subida media anual de 1 dólar por barril podría suponerle una disminución en sus resultados antes de impuestos de 483 millones de euros", sostiene Aguayo.

"Eso sí, hay que tener en cuenta que la compañía petrolera vende en el mercado de futuros parte de su producción, lo que mitiga en cierta forma la variación de sus ganancias”", se puede leer en un reciente informe elaborado por el despacho de abogados. La firma petrolera también tiene una ventaja interesante: paga la mayoría de sus costes con otras monedas, fundamentalmente euros y pesos argentinos.

Eso sí, es muy significativo a este respecto que en 2003, aunque subió el precio medio del petróleo de 20,69 a 25,52 euros, también bajó la cotización del dólar, por lo que el valor en la divisa europea permaneció estable, alrededor de los 22 euros/barril. En lo que se refiere al resultado financiero, el efecto de una bajada de la divisa estadounidense es el contrario, puesto que la mayor parte de la deuda de Repsol se encuentra expresada en dólares. “

"No obstante, el endeudamiento de esta compañía ha disminuido a la mitad desde que absorbió a YPF, por lo que la influencia del dólar sobre sus resultados cada vez es mayor" [hay que tener en cuenta que YPF es una empresa argentina cuya moneda de trabajo es el “billete verde”]”, revela el citado informe.

¿Pero qué sucede con las empresas eléctricas? En este caso no hay que olvidar que el efecto de la subida del oro negro sobre sus resultados es el contrario que en el caso de las petroleras, ya que son consumidores de gas, un producto cuyo precio está estrechamente ligado al del petróleo.

"“Un alza media anual de 1 dólar por barril de crudo puede suponer una disminución del resultado antes de impuestos de Endesa de un 0,35%, y esto suponiendo que no se hagan compras de gas en el mercado de futuros, en cuyo caso sería inferior. Este porcentaje sube para Iberdrola y Unión Fenosa, hasta el 0,8% y el 0,6% respectivamente de sus resultados brutos, es decir antes de impuestos”", concluye el estudio.
 



Los impuestos: la parte del león

Es una de las demandas históricas de conductores y transportistas. Se quejan de un combustible muy caro en el que la mejor parte se la llevan los impuestos. Concretamente, de un litro de gasolina el 55% son impuestos. Un porcentaje que se reduce (algo) al 49,6% si nos referimos al gasóleo. Tanto las gasolinas como los gasóleos se encuentran gravados por dos impuestos.

Uno, el especial sobre hidrocarburos, que es una cantidad fija por litro: 0,372 euros para la gasolina sin plomo de 95 octanos; 0,270 euros para el gasóleo de automoción y 0,079 euros para los gasóleos agrícolas y de calefacción. El otro gravamen es el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que se calcula sobre el precio del combustible.

Hagamos unas sencillas cuentas. Si establecemos que el precio medio de venta al público de un litro de gasolina sin plomo de 95 octanos es de aproximadamente 0,898 euros; el 55% son impuestos; 0,372 euros corresponde al impuesto especial y 0,124 euros al IVA. Por lo tanto, la suma de todos los gravámenes asciende a 0,496 euros.

Respecto a los gasóleos –que son tan esenciales para los transportistas– hay que distinguir entre automoción, agrícola y de calefacción. El primero, estableciendo un precio de venta al público de 0,754 euros, está gravado con un impuesto fijo de 0,270 euros y un IVA de 0,104 euros.

En cuanto al agrícola y de calefacción, el gravamen del impuesto especial es de 0,079 euros mientras que el IVA se sitúa en 0,035 euros siempre y cuando tomemos un precio de venta de 0,250 euros. Lo cual indica que es considerablemente más barato que el gasóleo de automoción.
 



Entrevista a Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP)

“Va a ser muy difícil ver un barril por debajo de los 30 dólares”

Sin duda, es la organización petrolífera más importante de España. Sus opiniones cuentan –y mucho– a la hora de establecer la política energética del país. Desde 1993, la AOP agrupa a las principales compañías petroleras que trabajan en el mercado de refino.

En estos momentos hay 12 firmas asociadas de tanto peso como Repsol YPF, Shell España, BP España o Esso Española, entre otras. En total, en sus plantas trabajan más de 32.000 personas. Al frente de esta patronal oficiosa del sector se encuentra Álvaro Mazarrasa, un profesional con más de una decena de años de experiencia que se enfrenta en estos últimos meses con la situación más complicada que ha vivido el petróleo desde hace veinte años.

¿Tiene alguna similitud la actual crisis en el precio del petróleo que estamos viviendo con el crash energético de 1973?
Ninguna. Son dos situaciones completamente diferentes. El impacto que tendrá esta subida del crudo en el crecimiento mundial será mucho menor que el vivido durante la crisis de 1973. El precio del petróleo está actualmente en unos niveles que poco tienen que ver con los registrados en los años setenta.

Hagamos una comparación. Si trasladamos (actualizada la inflación) el precio que el barril de petróleo tenía en 1973 al año 2004 hablaríamos ahora de un oro negro a 70 dólares. Cuando actualmente estamos en torno a los 30-40 dólares. Como se ve, no son momentos históricos comparables.

Entonces, ¿dónde está realmente el problema?
Es una conjunción de factores. En primer lugar, es un problema de relación entre oferta y demanda. Estamos viendo como la demanda crece por encima de lo esperado. La Agencia Internacional de la Energía (IEA), que es la encargada de prever las peticiones energéticas, no esperaba el crecimiento tan alto de China, India ni del resto de los países asiáticos.

En estas naciones, la transición de la bicicleta a la moto está siendo espectacular. A todo esto se le suma un mayor consumo de hidrocarburos en Estados Unidos, que sólo este año ya ha crecido más de un 3%. Respecto a la oferta, las señales que lanza la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) no son positivas ya que amenaza con recortar la producción.

Además, los inventarios [las reservas] americanos son bajos justo en el momento en el que los estadounidenses comienzan sus vacaciones, lo que se traduce en un incremento del valor de los hidrocarburos por efecto de los desplazamientos. Y, por si fuera poco, las refinerías están al cien por cien de su capacidad.

Y en Iraq, ¿qué está sucediendo con el precio del petróleo?
El inconveniente de este país es que no está consiguiendo mantener los niveles de producción de crudo que tenía antes de la guerra. A lo que se añaden los problemas de inestabilidad social y política que son bien conocidos por todos.

A medio plazo, ¿qué va a ocurrir con el precio del crudo?
Desde la Asociación no hacemos predicciones de este tipo. Eso sí, Arabia Saudí y Kuwait están aumentando su extracción de petróleo, lo que debe contribuir a rebajar el precio. Pero lo que no está claro es que ellos dos solos puedan contrarrestar una demanda mundial que no para de crecer.

Por lo tanto, ¿no es posible estabilizar la cotización de este combustible fósil?
Va a ser un empeño difícil. Hemos entrado en un ciclo de combustibles caros. Cada vez cuesta más trabajo encontrar nuevos yacimientos petrolíferos y si se hallan suelen estar situados en zonas conflictivas. La verdad es que será complicado ver un barril por debajo de los 30 dólares.

Se habla mucho de la especulación, sobre todo a través de productos muy concretos en el mercado de futuros.
Es cierto que ésta es una de las causas de la situación en la que nos encontramos. La contratación de futuros [instrumentos financieros complejos que especulan con el precio que tendrá una determinada materia prima o activo en el futuro] en el mercado de Nueva York se encuentra en niveles récord. Los operadores de los parqués financieros están apostando por un encarecimiento del petróleo a corto plazo lo cual favorece la especulación y una subida del barril.

¿Cómo puede afectar esta coyuntura al crecimiento mundial?
Para responder a esta pregunta hay que fiarse de los análisis de los economistas. Una elevación continuada durante un año del precio del crudo, y de 10 dólares por barril, entrañaría una reducción de 0,5 puntos en el crecimiento global.

¿Y en Europa?
El impacto sería menor que, por ejemplo, en Estados Unidos, debido fundamentalmente a la apreciación del euro frente al dólar. Hay que recordar que el petróleo se paga en dólares.
 


Repartos de las cuotas de producción en la OPEP (1)

(Barriles diarios)
Arabia Saudí: 7.680.000
Irán: 3.450.000
Venezuela: 2.704.000
Emiratos Árabes Unidos: 2.051.000
Nigeria: 1.936.000
Kuwait: 1.886.000
Libia: 1.258.000
Indonesia: 1.281.000
Argelia: 750.000
Qatar: 609.000
Total: 23.500.000
(1): Excepto Iraq
Fuente: OPEP


Reparto de la producción en los principales países no pertenecientes a la OPEP
(Barriles diarios)
Rusia: 7.405.000
Estados Unidos: 5.817.000
China: 3.394.000
México: 3.177.000
Noruega: 3.148.000
Reino Unido: 2.306.000
Canadá: 2.185.000
Brasil: 1.458.000
Total: 16.990.200
Fuente: Oil and Gas Journal y Pemex