La joyería da brillo al platino

27 mar 2014

Su color plata blanquecino y su resistencia a la corrosión han hecho del platino un codiciado metal entre los joyeros de todo el mundo. Con un precio por onza superior al de otros metales preciosos más populares –el oro o la plata–, su valoración como artículo de joyería ha estado más que justificada durante muchos años.

En el último lustro, sin embargo, el uso del platino se ha desplazado a otras actividades menos decorativas, dado que se ha revelado esencial en la fabricación de determinados productos. Así, mientras que según la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), en 1999, más de la mitad de la demanda total se generaba en los talleres joyeros, hoy, conforme a los datos de Johnson Matthey Precious Metals Marketing (el mayor distribuidor de este metal en el mundo), los principales destinatarios son los fabricantes de catalizadores para automóviles.

 

Más usos industriales

A pesar de que la utilización del platino en la fabricación de catalizadores se inició en los años setenta y que la producción de vehículos ha sido cada vez mayor, es en el último decenio cuando este uso más ha aumentado.

La recuperación se debe a que tras una tendencia generalizada en Estados Unidos según la cual se reemplazaba el platino por paladio, nuevas técnicas, junto con cambios en el mercado de este metal sustitutivo, hicieron que los norteamericanos volvieran a emplearlo. Además, a ello se suma el hecho de que los coches diésel –cuyas ventas son muy importantes en Europa– sólo pueden montar catalizadores basados en este preciado componente.

También confluye una nueva tendencia: el aumento del uso de vehículos en países emergentes y su entrada en las políticas respetuosas con el medio ambiente ha provocado un incremento en la demanda de este metal; por lo que las previsiones de los analistas para los próximos años son de crecimiento.

La progresión de la demanda debido a los cambios económicos y comerciales de los países emergentes ha supuesto, asimismo, variaciones en el segundo sector de utilización del platino: la joyería. Históricamente, los mayores consumidores de alhajas realizadas con este metal han sido los japoneses, si bien éstos han ido perdiendo interés y los chinos les han tomado el relevo en 2006.

Al parecer, en Oriente son muy sensibles a la belleza de un material que es perfecto para engarzar piedras preciosas y que por su flexibilidad hace posible elaborar con él complicados trabajos de orfebrería.

 

Empuje electrónico

Y mientras que estas joyas preciosas suponen un 23% de la demanda mundial, sólo un escaso 5% se genera a partir de la tercera fuente de consumo: el sector eléctrico y electrónico. El platino se usa, cada vez más, en la fabricación de productos informáticos y de telecomunicaciones.

En concreto, el metal blanco se emplea en discos duros y cables de fibra óptica, aunque su utilización se extiende hasta, por ejemplo, dispositivos medidores de temperatura y detectores infrarrojos. Sólo con esos tres sectores se cubre el 88% de la producción de todo el mundo. El restante 22% se distribuye entre aplicaciones químicas (desde siliconas a aditivos para carburantes), vidrio (fabricación de pantallas de cristal líquido) y medicina (medicamentos anticancerígenos, implantes...), entre otros.

En cuanto al volumen que se demanda para invertir, éste resulta mínimo en términos globales, lo que no impide la especulación por parte de fondos de inversión y compradores en los mercados de futuros. El comportamiento en cuanto a precios depende mucho de si la oferta y la demanda se hallan o no compensadas.

De hecho, tal y como señala el último informe sobre el platino de Johnson Matthey, a pesar de que el precio ha sido influenciado por el comportamiento del petróleo y el oro, durante 2006 el equilibrio entre oferta y demanda ha provocado que tuviera un mejor rendimiento que el metal amarillo.

Una situación que podría repetirse en 2007, si bien la volatilidad cuando coinciden los especuladores con la demanda del mercado, ya sea al alza o a la baja, sólo puede ser soportada por inversores fuertes, como los propios fondos.

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ANGLO PLATINUM: un gigante con pies de metal

Su color plata blanquecino y su resistencia a la corrosión han hecho del platino un codiciado metal entre los joyeros de todo el mundo. Con un precio por onza superior al de otros metales preciosos más populares –el oro o la plata–, su valoración como artículo de joyería ha estado más que justificada durante muchos años.

 

LA DEMANDA SOSTIENE EL PRECIO

Es la principal conclusión que se puede extraer del informe más prestigioso del sector del platino –el que elabora anualmente el distribuidor Johnson Matthey– respecto al precio de este metal y el mercado de futuros. El año pasado empezó con la onza cotizando a 982 dólares y a finales de enero la subida ya había superado el récord conseguido en 1980.

Durante el ejercicio, los momentos en los que ha habido un menor interés en el metal por parte de los fondos de inversión se han visto compensados por la demanda, como ocurrió en febrero y marzo. Cada subida del precio del oro y la plata ha sido contestada por el platino, algo que sucedió en marzo y abril; un hecho que coincidió con un aumento de la demanda en mayo, que elevó la cotización al segundo mayor nivel del ejercicio: 1.335 dólares por onza.

 

Movimientos especulativos

El descenso en el valor de las commodities y la reducción de posiciones largas especulativas en el New York Mercantile Exchange (NYMEX) provocaron una fuerte caída en junio, de la que el valor se fue recuperando en julio, agosto y septiembre.

En el último trimestre de 2006 hay que destacar un especial movimiento especulativo en noviembre encabezado por el NYMEX, debido a los rumores sobre el posible lanzamiento de un fondo basado en platino, algo que de haberse cumplido habría podido impulsar el precio del metal rápidamente, tal y como ha pasado en situaciones similares con la plata.

El rumor colocó el máximo del año en los 1.390 dólares por onza, aunque brevemente, para cerrar diciembre a 1.119 dólares, más en consonancia con lo que había sido el resto del ejercicio.