Energía II: Cambios energéticos para el consumidor español

20 oct 2002

A partir de enero de 2003, todos los consumidores españoles de electricidad podrán elegir libremente su proveedor. Sin embargo, Antonio Zabalza, presidente de la Asociación Española de Grandes Consumidores de Energía (AEGE), no piensa que estos cambios vayan a influir positivamente en los clientes. Para él, los grandes consumidores están ante una amenaza de pérdida de competitividad de consecuencias muy graves por las diferencias del precio del kilovatio con el resto de la Unión Europea.

El mercado eléctrico nacional también se ha transformado estructuralmente con la creación de la Compañía Operadora del Mercado Español de Electricidad (OMEL), cuya misión es la determinación del precio de venta y de compra del kilovatio-hora para todos los agentes participantes en el mercado organizado.

Por otra parte, en España y en el resto del mundo, crece una tendencia: el establecimiento de empresas multiservicios, que ofrecen electricidad, agua corriente, gas o servicios de consultoría. Su constitución acarrea a la vez sospechas de competencia desleal y augurios de precios más bajos para los consumidores.

 

La oferta y la demanda energética

Durante los últimos años, el mercado de la energía eléctrica ha cambiado mucho. Se ha quebrado la organización vertical de las empresas y a partir del primero de enero de 2003 todos los consumidores españoles podrán elegir su suministrador de electricidad.

Además, ya está en marcha la Compañía Operadora del Mercado Español de Electricidad (OMEL), cuya misión es la gestión económica del mercado de la electricidad en España y que se asemeja, en muchos aspectos, a la bolsa de valores.

Son las diez de la mañana y acaba de cerrar el mercado de casación. Esto quiere decir que ya se sabe a qué precio van a suministrar los agentes vendedores el kilovatio-hora desde las doce de la noche de hoy hasta el fin del día siguiente y a cuánto van a adquirir los compradores esa misma energía. Este precio es el resultado de un complejo proceso donde intervienen distintos actores, como los productores, los vendedores, los comercializadores o los distribuidores.

Pero no ha sido así siempre. Hasta 1998, el mercado eléctrico organizado no existía como tal y las empresas se establecían de manera vertical. Las principales firmas del sector eran a la vez productoras y distribuidoras de energía. Por ejemplo, Endesa Generación y Endesa Comercialización aún no habían nacido y, por lo tanto, en Endesa se generaba electricidad y se distribuía a los clientes finales.

Hace cuatro años, se decidió que tanto la venta como la producción de electricidad se transformarían en actividades no reguladas. Fue entonces cuando nuevas compañías, nacionales y extranjeras, empezaron a desarrollar estos procesos.

En este nuevo escenario se necesitaba que alguna entidad mediara en cuanto a la recepción de las ofertas de compra y venta de la energía; la obtención del precio al que se efectuarían las transacciones; la liquidación de dichas transacciones a todos los agentes que intervienen en el mercado; además de la facturación y gestión de cobros y pagos.

Así es como nació la Compañía Operadora del Mercado Español de Electricidad (OMEL): una firma cuyos ingresos están regulados por ley y que, consecuentemente, no cobra ningún tipo de tasa a los actores por participar en el mercado. Su función es establecer un precio de venta y de compra en lo que muchos conocen como “la bolsa de los kilovatios”.

Lo particular es que esta gestión se realiza en un edificio donde reina la calma y no existen brokers de la electricidad, como uno se puede imaginar al recordar la mítica imagen de los estresados trabajadores de Wall Street. Aquí, todo funciona a partir de herramientas informáticas y lo último en tecnología.

Para participar en el mercado, tanto los agentes vendedores como los compradores de kilovatios, sólo necesitan un ordenador, un lector de tarjetas de certificados personales, una tarjeta con un certificado digital (que facilita OMEL) y una conexión vía Internet o teléfono.

Hay diferentes tipos de agentes vendedores en el mercado organizado diario:

  • Los agentes productores, como por ejemplo, Iberdrola Generación o Hidrocantábrico Generación.
  • Los agentes autoproductores en régimen especial, que generan energía a partir de energías renovables como es el caso de Sniace Cogeneración.
  • Los agentes externos vendedores, que son compañías extranjeras, como la italiana ENEL o la alemana EnBW, que proveen de electricidad al mercado español.

Asimismo, existen distintas clases de compradores:

  • Los consumidores cualificados: actualmente son los conectados a alta tensión. Un ejemplo es la Compañía Española de Laminación. No obstante, a partir de 2003, éstos serán todos los consumidores españoles. Asimismo, se estima que muchas pymes y urbanizaciones optarán por este modo de obtener electricidad.
  • Los agentes comercializadores (Endesa Energía): aquellos que revenden después la energía a consumidores cualificados con los que han establecido previamente contratos bilaterales de suministro.
  • Los agentes externos compradores: las firmas que compran recursos en España para su consumo en el extranjero, como Électricité de France (EdF).
  • Los agentes distribuidores: las empresas eléctricas que hoy en día venden energía a los consumidores domésticos (Iberdrola Distribución), suministran el paso por sus instalaciones físicas, las redes de media y baja tensión, y basan sus precios en tarifas anualmente establecidas por la Administración.

 

El mercado organizado

Tanto si uno es un agente comprador o un vendedor (debidamente registrado como agente del mercado) puede acceder a la web de OMEL y enviar ofertas de compra o de venta de energía, estableciendo la cantidad de kilovatios-hora que desea suministrar u obtener y a qué precio. Éstas pueden ser remitidas con un mes, un año o dos minutos de antelación.

Eso sí, a las diez de la mañana del día anterior al uso de esa energía en cuestión ya no se aceptarán más pedidos ni ofrecimientos y todos los que ya han sido recibidos se convierten en inamovibles, siendo imposible modificarlos o anularlos.

Una vez que finaliza la recepción, las ofertas de venta de energía se ordenan desde las que tienen un precio más barato a las que proporcionan el más alto mientras que las de compra se clasifican en el orden contrario. En ese momento, se realiza la casación o, en otras palabras, se cruzan las curvas de oferta y demanda para establecer a qué importe se van a efectuar las transacciones.

Estas proposiciones de compra y de venta se cortan en un punto y ahí es donde se establece el precio marginal de la energía: el valor por el que todos los participantes tendrán que efectuar sus transacciones. Aquellos que han ofertado kilovatios por debajo de ese precio ya tienen un cliente. Los que han querido comprar, y estaban dispuestos a pagar un importe que finalmente resultó ser más alto que ese marginal, tienen a alguien que les venderá electricidad. Los que querían comprar por menos o vender por más no formalizan ningún tipo de transacción.

A lo largo de esa misma mañana, se estipula el programa base que establece el plan de consumo y generación de energía desde las doce de la noche de ese día hasta el fin del día siguiente. El programa base es la suma del resultado de la casación, los contratos bilaterales internacionales (entre un productor nacional y un comprador extranjero o viceversa) y los contratos bilaterales nacionales. Este esquema se rige por la oferta y la demanda, es decir, está basando en un punto de vista económico.

Lo que se evalúa después de establecer este programa es si esas transacciones ya pactadas de forma económica pueden llevarse a cabo técnicamente. En ese aspecto, OMEL y Red Eléctrica de España (REE), el operador del sistema, deciden, a partir de las 11 de la mañana de ese mismo día, si el sistema eléctrico soportará físicamente a lo largo de sus redes las transacciones ya estipuladas.

Esto también se lleva a cabo teniendo en cuenta los servicios complementarios: la disponibilidad de los productores de energía en un determinado momento del día para dejar de producir; por ejemplo cuando paran inesperadamente las maquinarias de una factoría o para comenzar a generar, en el caso contrario.

A las dos de la tarde de ese mismo día se comunica públicamente el programa diario viable o la información actualizada de lo que va a suceder al día siguiente. Los importes establecidos por medio del mercado varían estacionalmente y, por ejemplo, cuando hay mucha energía hidráulica disponible hay más oferta y baja el precio. De este modo, el kilovatio-hora puede valer 3,76 euros un domingo y 5,84 euros cualquier otro día de la semana.
 

El mercado de ajustes

En el caso de que un agente hubiera vendido más de lo que podía producir o de que un consumidor hubiera comprado más de lo que de hecho iba a utilizar, o viceversa, tiene la posibilidad de recurrir a los mercados intradiarios.

Un parque temático puede comprar en el mercado diario una gran cantidad de energía, pero cinco horas más tarde del cierre de este mercado se anuncian lluvias intensas para el día siguiente con lo que ya se sabe de antemano que acudirán menos personas a las instalaciones. La solución, en este caso, es presentarse en el mercado intradiario y vender “lo que le sobra”. La condición es que tiene que haber estado en el mercado diario del día en el que quiere efectuar modificaciones.

De esta forma, en tal mercado intradiario los productores pueden ser compradores además de vendedores, y los agentes compradores (por ejemplo, un consumidor cualificado) pueden ser vendedores y compradores de energía. Así, los agentes se ajustan a sus necesidades reales. No obstante, la energía con la que se hacen transacciones de este modo es mínima en comparación con la que se negocia en el mercado diario.

Otras formas de compra y de venta

Pero el mercado organizado no es la única manera que tienen los agentes de comprar o vender kilovatios. Las grandes empresas pueden firmar contratos bilaterales directamente con generadores o comprarla a comercializadores. Éstos, a su vez, tienen la posibilidad de revender la energía que compran a otra empresa comercializadora y pueden adquirir electricidad de empresas extranjeras, autoproductores en régimen especial y, a partir del 1 de enero de 2003, de los productores.

A partir del inicio del año próximo, todos los consumidores españoles serán considerados cualificados y esto les permitirá optar entre comprar kilovatios directamente al generador, al mercado, al comercializador o continuar comprando al agente distribuidor rigiéndose, en éste último caso, por las tarifas nacionales establecidas. No obstante, aunque no compre su energía a tarifa, tendrá que contratar los servicios de peaje al distribuidor para que llegue el producto a su casa a través del uso físico de la red.

A pesar de que este proceso pueda parecer complejo y engorroso, se ha realizado todos los días a lo largo de los últimos cuatro años sin mayores incidencias. El éxito de la organización del mercado eléctrico español se evidencia en la exportación de la tecnología y en el know how de OMEL a países como Holanda, Portugal y la República Checa.

Fuente: Johana Kunin


"“La pérdida de competitividad en el sector energético tendrá consecuencias muy graves”"


Desde julio de 2000, todos los consumidores de electricidad que han contratado una tensión de suministro superior a 1.000 V son considerados cualificados. Esto les permite elegir libremente a su proveedor, con el que pueden pactar el precio del suministro. Otra opción que tienen es continuar con el régimen de precios regulados (en vigor hasta el momento de la apertura del mercado), que para ellos desaparecerá definitivamente en enero de 2007.

Antonio Zabalza, presidente de la Asociación Española de Grandes Consumidores de Energía (AEGE), sostiene que antes de retirar “la red de seguridad” que supone la actual normativa se debería comprobar que el mercado eléctrico español puede suministrar energía de forma competitiva.

La Asociación Española de Grandes Consumidores de Energía (AEGE) está integrada por unas 40 empresas representativas de la industria básica española, con presencia en los sectores del cemento, química básica, cobre, zinc, aluminio, acero, gases industriales, papel, etc.

En su conjunto, estas compañías consumen el 15% de la energía eléctrica y el 10% del gas natural del total nacional y emplean de forma directa a 75.000 personas. Antonio Zabalza, que preside esta entidad, analiza en esta entrevista mantenida en junio de 2002 las repercusiones que tendrá la liberalización del mercado energético europeo para las grandes corporaciones.

¿Cree que llegará a haber un mercado único europeo de la energía?

Desde el punto de vista normativo todavía no podemos hablar de la existencia de un mercado energético único en la UE, aunque ya exista un mercado común de facto, en cuanto a precios, entre varios países miembros, como Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Austria. Lo que falta conseguir es que los países periféricos, España, Portugal, el Reino Unido o Italia, puedan obtener esos mismos precios lo antes posible.

¿Cómo afectará la liberalización del mercado energético europeo a los grandes consumidores españoles?

Para los consumidores industriales hasta 2007 está abierta la posibilidad de acceder a precios regulados para la energía y aunque éstos no son la solución, al menos permiten mantener una cierta convergencia con los del resto de los países miembros de la UE.

Sin embargo, incluso durante la vigencia de este periodo transitorio, debemos ser capaces de avanzar en la configuración de un marco en el que puedan desarrollarse de manera efectiva contratos bilaterales (acuerdos directos entre generadores y consumidores sin pasar por el mercado organizado) entre grandes consumidores y empresas eléctricas que garanticen unos precios comparables a los de nuestros competidores.

Antes de retirar “la red de seguridad” que supone la actual regulación deberíamos probarnos a nosotros mismos que el mercado eléctrico español puede suministrar energía de forma competitiva. Más estructuralmente, y con carácter fundamental, debemos tener resueltos los problemas de la insuficiente conexión internacional y de la falta de competencia.

Muchos creen que en España la energía es cara, ¿está de acuerdo con esta afirmación?

El problema que se plantea no es tanto el del precio de la energía, sino la circunstancia de tener que pagarla a un importe más elevado que nuestros competidores europeos. Si para cuando desaparezcan las tarifas en 2007 el mercado sigue estando aislado del resto de Europa, tendremos que seguir asumiendo este coste superior.

Sin una conexión internacional necesaria, además, tendremos que servirnos de una capacidad de generación propia que no parece que vaya a ser suficiente. Y lo más preocupante es que éste es un problema al que no le veo visos de ser resuelto a corto o medio plazo.

Según nuestros cálculos, la oferta de electricidad que estimamos para los próximos años en el mercado español seguirá sin cubrir la demanda futura, aún cuando entren en funcionamiento las nuevas plantas de producción de ciclo combinado. Creemos que el déficit de potencia que puede padecer el país a medio plazo es de unos 13.000 megavatios.

El principal problema que ha habido en España, y también en la Unión Europea en general, ha sido un exceso de proteccionismo que ha propiciado la existencia de mercados eléctricos estancos, sin competencia real entre generadores de distintos países y con sectores nacionales dominados por un escaso número de ofertantes. Es sorprendente que diez años después de la instauración del mercado único europeo, la liberalización sea un hecho en todos los sectores menos en el energético.

¿Los precios de la energía afectarán entonces el grado de competitividad de las empresas españolas?
El nivel de competitividad de las industrias españolas es alto como consecuencia del largo y costoso periodo de reconversiones industriales motivado por nuestra incorporación a la Unión Europea.

La posible pérdida de dicha competitividad surge porque la industria básica española vende sus productos en mercados de ámbito internacional, sin ningún tipo de protección y en régimen de plena y rabiosa competencia y, por contra, una parte importante de sus costes, los energéticos, siguen siendo determinados en mercados que, con propiedad, no pueden llamarse mercados competitivos.

Hay que tener en cuenta que para ciertas industrias la electricidad supone uno de los mayores costes de aprovisionamiento. En algunas plantas llega a representar un porcentaje de hasta el 80%.

Las empresas asociadas a AEGE tienen un consumo mínimo de 100 millones de kilovatios por hora al año cada una de ellas, lo que significa que, como mínimo, consumen lo mismo que 20.000 familias españolas. Me temo que estamos ante una amenaza de pérdida de competitividad de consecuencias muy graves.

Fuente: Johana Kunin



Precios altos para un servicio de inferior calidad

De acuerdo con la Asociación de Consumidores de Electricidad de la Pequeña y Mediana Empresa, la liberalización del sector eléctrico alcanza hoy a todos los consumidores en alta tensión, lo que significa un total de 65.000 suministros (puntos de consumo) que suponen el 51% del total de la demanda.

Tan sólo el 50% de ellos ha ejercido su derecho a pasar al mercado liberalizado (el resto continúa obteniendo energía a partir de tarifas reguladas). Esto puede deberse a que los actuales procedimientos de cambio de proveedor son lentos y complejos y transfieren todo el riesgo al consumidor.

Por otra parte, según esta asociación, la tendencia a la concentración del mercado sigue dominando, así como el aumento de barreras de entrada a los nuevos operadores. Asimismo, mantiene que la separación de actividades de las empresas eléctricas (la generación, distribución y comercialización debe realizarse por firmas independientes) ha hecho que se resientan los niveles de calidad del servicio. La garantía de suministro se ha visto afectada en algunos casos durante 2001 debido a los fuertes incrementos de la demanda que han hecho descender notablemente los índices de cobertura.


La nueva tendencia: empresas multiservicios

Las empresas multiservicios ofrecen desde electricidad a telecomunicaciones pasando por agua corriente, gas o servicios de consultoría. Son el resultado de fusiones, compras o asociaciones entre grandes corporaciones y compiten con tarifas más económicas y una facturación centralizada.

Sin embargo, su presencia en el mercado plantea la siguiente incertidumbre: ¿qué prevalecerá, la libre elección del consumidor ante precios atractivos o surgirá una aparente competencia en algunos segmentos de negocio?

La electricidad, el gas y los servicios telefónicos han sido tradicionalmente comercializados de forma individual por compañías públicas que ejercían un monopolio en el mercado. No obstante, en las dos últimas décadas se han promovido medidas para liberalizar el sector y privatizar este tipo de empresas a lo largo del mundo, muchas veces con el objetivo de brindar un servicio de mayor calidad.

Esto ha llevado a que multitud de firmas apostaran por un cambio y en vez de prestar un solo servicio, decidieran vender, por ejemplo, electricidad, gas y telecomunicaciones al mismo tiempo. Esta tendencia al alza ya se conoce como multiservicios o multi-utility en inglés.

Menores costes y mayor fidelización de los clientes

"“Con los objetivos de ahorrar costes, aumentar la presencia en el mercado y obtener otras ventajas competitivas, cada vez más empresas públicas tienden a cruzar las tradicionales fronteras sectoriales y a prestar servicios de distinta índole"”, indica Dirk Sommer, un especialista en desarrollo del sector privado del Banco Mundial, en un informe llamado “Las tendencias de las firmas multiservicios”.

Otra posibilidad que ofrecen las multi-utilities es la de integrar servicios al cliente y campañas de marketing y publicidad; lo que repercute, claro está, en los precios finales que abonan los consumidores, que, para su beneficio, sufren muchas veces un acusado descenso.

A su vez, “"para las compañías es una ventaja poder integrar sus carteras de clientes; unir sinergias; tener mayores márgenes de financiación y de negociación con los gobiernos; y compartir servicios administrativos, edificios y equipos"”, detalla el informe del experto del Banco Mundial.

Durante el año 2000, un tercio de las doscientas compañías eléctricas estadounidenses ofrecían también servicios de telecomunicaciones, en múltiples ocasiones asociadas a proveedores de Internet o de telefonía locales.

En Latinoamérica, varias empresas de electricidad son dueñas, además, de grandes redes de fibra óptica. En Europa, la alemana RWE, la inglesa Scottish Power y la francesa Suez Lyonnaise des Eaux están a la cabeza de las multiservicios. Los expertos mantienen que este modelo de negocio reforzará la fidelización de los clientes y estimulará la demanda de servicios de valor añadido como, por ejemplo, la producción con energías renovables.

Por otra parte, según indica Dirk Sommer, un reciente informe del estado de la competencia desarrollado en Gran Bretaña asegura que los consumidores que adquieren tanto gas como electricidad para consumo doméstico tienden a cambiar de suministrador para ahorrar entre un 15 y un 20% a la hora de pagar su factura y sólo las firmas que proveen ambos servicios al mismo tiempo pueden recortar los costes lo suficiente —gracias a las economías de escala— como para bajar sus precios de esa forma.

El estudio aclara que muchos clientes eligen un nuevo proveedor por la conveniencia de obtener una facturación centralizada y para obtener así precios más asequibles. Tal vez estos sean los motivos que han provocado que, al poner en marcha la competencia abierta en Gran Bretaña en 1996, más del 60% de los consumidores (tres millones de personas) hayan cambiado su suministrador de gas por uno que proporciona también electricidad.

Del mismo modo, de acuerdo con los datos aportados por Sommer, comunidades ubicadas en regiones remotas a menudo se benefician de la presencia de estas compañías. Los costes de inversión para el desarrollo de infraestructuras modernas o de nuevos proyectos generalmente pueden ser solventados por una multi-utility y no por una entidad tradicional especializada en una sola modalidad.

En España, Unión Fenosa Multiservicios ofrece a sus clientes cualificados (los que han contratado alta tensión) servicios relacionados con la gestión del suministro eléctrico, productos para el aprovechamiento eficiente de la energía y prestaciones en el campo de las telecomunicaciones y del gas, entre otros.

Nuestra estrategia consiste en desarrollar relaciones con los clientes que vayan más allá del propio suministro eléctrico. Para ellos es una ventaja tener un proveedor único pues podemos entender mejor sus necesidades y ofrecer la solución más adecuada en cada caso”", explica Luis Mur, director general de Unión Fenosa Multiservicios. Y agrega: "“Asimismo, el suministrador se encuentra con que la relación comercial es cada vez más fuerte y, como consecuencia, es más difícil que el cliente decida cambiar de proveedor"”.

Para las compañías también es ventajoso contar con más de un “as en la manga” en lo que se refiere al cobro de facturas. Existen grandes dificultades para cortar el suministro de servicios públicos como el agua corriente en el caso de que el cliente no pague, pero si a éste, además, se le provee de telefonía, será posible ejercer una mayor presión sobre él para que abone lo que debe.

Además, los avances tecnológicos permiten a la misma firma comercializar diferentes prestaciones a través de una única red. Ése es el caso de los operadores que ofrecen televisión por cable, telefonía, Internet y otras aplicaciones relacionadas con las telecomunicaciones, a través de fibra óptica.

Por otro lado, muchas empresas de todo el mundo también están investigando la posibilidad de trasmitir voz y datos a través de las redes eléctricas. El desarrollo de tecnologías que permiten obtener energía incinerando basura también alienta la unión de distintas fuerzas como las de compañías que recogen residuos urbanos y las eléctricas que los podrían utilizar para generar energía y así ahorrar costes de forma importante.
 

Mayor presión política y menor control

El aumento del poder que adquieren las multiservicios frente a los gobiernos a la hora de negociar las tarifas es muy significativo. Al mismo tiempo, según indica Dirk Sommer, este poderío empresarial puede ser negativo para las Administraciones y la democracia; estas compañías se convierten en grandes empleadores y contribuyentes fiscales con lo que es posible que ejerzan una presión indebida para cumplir con sus metas.

Otra desventaja que se presenta es un acusado descenso de la competencia en los mercados. Además, los organismos reguladores tienen mayores dificultades para supervisar la calidad de los procesos productivos y establecer tarifas. Este tipo de organizaciones siempre ha ejercido su tarea de forma sectorial y no tiene la costumbre de inspeccionar distintas áreas de negocio.

Asimismo, es más sencillo para las empresas malversar sus libros contables. Para bien o para mal, las tradicionales fronteras sectoriales del mundo de los servicios públicos se han erosionado de forma significativa. Queda ahora evaluar qué es lo que prevalecerá en el mercado: la falta de competencia en determinados segmentos de negocio o los precios competitivos de las multi-utilities.