¿Dónde va nuestra industria?

27 mar 2014

 

En un mundo globalizado, como el actual, donde prima el beneficio de las empresas y donde los márgenes se deben mantener para alcanzar los objetivos anuales, las compañías se ven en la imperiosa necesidad de encontrar soluciones compatibles con sus dos objetivos clave: la reducción de costes y el mantenimiento en todo momento de los estándares de calidad.

Algunas utilizan el outsourcing o externalización de operaciones y servicios; otras dan pasos destinados a la concentración de procesos de producción a través de colaboraciones con nuevos fabricantes, donde el esqueleto de los productos es el mismo y únicamente cambia la estética exterior que cada uno aplica a su propia marca en el mercado.

Por último (muy de moda en nuestros días), hay firmas que apuestan por la deslocalización industrial, proceso en el que se decide derivar la totalidad de la producción de una zona determinada a otra muy distinta. Normalmente, estos destinos son países en vías de desarrollo con cierta estabilidad política y social.

Su atractivo radica en la oferta de costes de explotación muy reducidos en todas las líneas de su cuenta de resultados: suelo, construcción, fiscalidad y salarios. Pero la deslocalización industrial no es un paso que las empresas adopten de manera precipitada. Las compañías comienzan por desprenderse de procesos de fabricación que no aportan valor añadido al producto.

Estos procesos se trasladan a los países en desarrollo, lo que da lugar a una externalización o deslocalización parcial. A medida que los márgenes se reducen, los gastos deben ir en la misma línea, lo cual conlleva continuar la deslocalización. Esta dinámica lleva a una conclusión para muchas empresas: resulta más interesante la producción en esas naciones que en las de origen. Esa consecuencia lógica es la que empuja a dar el paso por el que la firma decide finalmente cerrar la planta y trasladarse, que es lo que se denomina deslocalización industrial completa.

¿Qué pasará en el futuro?

Aunque es difícil responder a esta pregunta,hay indicadores que nos permiten aventurar que los mercados emergentes estarán saturados en un menor tiempo que el que se produjo para procesos de este tipo en el pasado.El personal aumentará sus salarios hasta tres veces más rápidamente que en los países industrializados.

La conclusión final a este vertiginoso devenir de situa ciones tendrá como punto de inflexión un correcto equilibrio entre la aplicación de una adecuada logística y un excelente marketing de producto, ya que el precio del mismo perderá fuerza irremediablemente, lo que posibilitará sobrevivir a las empresas capaces de conseguirlo.

Las compañías deben apostar por la calidad del producto, la aplicación de la última tecnología e introducir procesos de fidelización de personal que puedan incrementar la productividad interna.Todo ello mejorará el coste final del producto y su relación calidad-precio,lo que evitará que muchas sociedades se vean abocadas a adoptar decisiones tan drásticas como la deslocalización industrial total.

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De perfil

Juan Ramón Serrano es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad Autónoma de Madrid, donde cursó la especialidad de Ingeniería Analítica y Control de Calidad. Además es MBA por la Mediterranean University of Science and Technology (MUST). También recibió formación especializada en Logística Integral, en el centro Universitario Villanueva, y es auditor interno de calidad por la Asociación Española de la Calidad (AEC).

En el área profesional desempeña el cargo de director de producción y calidad en Gefco España. Anteriormente fue director general de la consultora Peón de Sena así como responsable de calidad de la multinacional de transportes Geodis. También es profesor de la escuela de negocios IEDE.