Como almacén,fábrica para procesos industriales,tienda directa al público... determinadas empresas necesitan de una nave industrial.Logismarketl e explica qué debe tener en cuenta a la hora de su construcción,qué se usa o está de moda y cuál puede ser la mejor opción para cada necesidad.
Según el diccionario María Moliner, nave industrial es aquel “local o cobertizo destinado a almacén o en el que está instalada una industria”. Pero ningún empresario compraría hoy esta aceptación para guardar su negocio, tampoco valdría la de hangar, el hermano mayor de las naves, descrito como “cobertizo para aviones”.
Tanto las empresas que desarrollan su actividad en naves –fábricas–,como las que albergan en ellas stocks o sus materias primas para trabajar necesitan espacios acondicionados con unas características propias a su tipo de negocio.
Y si los efectos de la revolución industrial se hicieron sentir en la arquitectura de fábricas y en las naves del siglo XIX y principios del XX de tal forma que cambió el paisaje natural y urbano y hasta el arte de la construcción de una época, la actual estandarización de la arquitectura de las naves y hangares ha unificado y homogeneizado estas soluciones.
No obstante, por lo amplio que resulta el concepto de industria hay naves de mil formas y colores. En el abanico hallaríamos soluciones que van desde espacios de 60 m2 resueltos con una cubierta de lona o acero a hangares de dimensiones gigantescas como el previsto para albergar a los futuros Airbus, de 215 m de longitud,115 de ancho y 46 de alto y que necesitará unas 25.000 t de acero.
Según su utilización, su construcción sigue condicionada por dos factores fundamentales, como antaño: la funcionalidad, que se concreta en la organización interior y exterior para que favorezca al máximo el proceso productivo, y el control de los trabajadores, un factor menos crucial hoy por la mecanización de procesos.
Han cambiado radicalmente los compuestos a utilizar (ya no se levantan a base de hierro y cristal por un tema de costes) sino que, y por razones de peso en la empresa, se opta por materiales mucho más ligeros y asequibles: acero en placas prefabricadas, en especial.
Su construcción suele estar, además, en manos de peritos y técnicos, responsables de calcular las resistencias y dibujar la estructura, puesto que la mayoría de las veces, las inquietudes estilísticas del arquitecto resultan ajenas y distantes al negocio.
UNA NAVE PARA CADA PROFESIÓN
A pesar de que actualmente la arquitectura y construcción de estos espacios está casi del todo estandarizada, a la hora de elegir una nave industrial el primer paso es concretar el tipo de actividad que se va a desarrollar en ella, algo que a grandes rasgos se podría definir en tres grupos: almacén; industrial –subdividida a su vez en pesada y ligera–; y tecnológica.
Dentro de esta gran primera clasificación, en los espacios destinados a almacén, el negocio de la alimentación requerirá unas condiciones, el de tienda de maquinaria otras, y muy distintas también al de la comercialización de muebles, que puede requerir de hasta un escaparate reclamo y un área de parking para los visitantes, por no hablar del espacio y condiciones especiales que podría necesitar un fábrica avícola o una empresa de logística y distribución.
Según el material que se quiera guardar cambiarán mucho las dimensiones y acondicionamientos en cuanto a climatización o barreras antifuego, por ejemplo. En común podrán tener las estructuras y los recubrimientos, siempre que no se apueste por la singularidad de un diseño especial.
Otro punto a analizar es si se requiere la permanencia de personas trabajando en ellas. Normalmente, las naves-almacén no necesitan un espacio superior al 10% de la superficie total destinado a administración. Para fábricas, especialmente en la industria pesada, no vale un lugar común.
La fábrica o espacio de trabajo de una siderurgia no tiene nada que ver con las empresas automovilísticas, aunque en ambas convivan máquinas y personas, para las que hay que adecuar zonas de vestuario, comedores, baños... Si, además, hablamos de industrias contaminantes o que emiten humos o ruido...los estándares a tener en cuenta los marca siempre la normativa y no vale la solución prefabricada.
Por último, las empresas que encajan por su actividad en los denominados parques tecnológicos (compañías de telecomunicaciones, tecnologías de la información, desarrollo tecnológico e innovación), al ser limpias y respetuosas con el medio ambiente e invierten en I+D, pueden encontrar en los viveros empresariales o parques tecnológicos un lugar para instalar sus dependencias o alquilar a precios muy competitivos, que gozan muchas veces de subvenciones.
En estos casos, se puede optar por comprar módulos ya prefabricados, siempre ampliables, o alquilarlos con toda la infraestructura necesaria para cableado estructurado, ancho de banda, conexiones de fibra óptica...
Una vez con una idea clara del tipo de nave y características que requerirá para el funcionamiento del negocio, se debe resolver la ubicación geográfica, buscar zona y suelo con la calificación apropiada para uso industrial. En este aspecto, en las grandes ciudades sí hay una definición clara, no en los lugares más pequeños donde la planificación urbanística es más confusa.
MARKETING DESDE LAS PAREDES
Independientemente de escoger el modelo que se quiere desarrollar según el tipo de negocio, unas pocas empresas sí eligen diferenciarse del resto por el diseño de sus naves o instalaciones. Es cuando la firma valora la singularidad de su fábrica. Ahí sí hay que remitirse a especialistas, hablamos de diseño y arquitectura y entramos ya en el concepto de arqueología industrial, con Peter Behrens como una de las grandes banderas del diseño.
El arquitecto alemán se encargó de proyectar la primera fábrica con arte, la factoría AEG, pero además diseñó desde las lámparas de la compañía hasta los radiadores, y llevó a cabo la decoración de interiores y la publicidad.
Este profesional dio muestra de su genialidad y originalidad en la fábrica de turbinas de AEG, donde utilizó de manera racional el cristal y el acero, empleando este último en la cubierta. El centro de trabajo era una gran nave de casi 300 m de largo por 39 de ancho, de estructura metálica visible desde el exterior flanqueada por un cuerpo de fábrica de dos órdenes con cubierta plana.
La fábrica Fagus, de Gropius, marca con su diseño la glorificación de la máquina de trabajo en un enorme volumen dominado por el puente-grúa, diseño puro con miras a lo funcional. Pero los ambiciosos y bellos proyectos no quedan sólo en los libros de historia e ingeniería. En España, uno de los grandes sectores industriales que hoy apuesta por la arquitectura de sus naves como símbolo de distinción es el vitivinícola, en la construcción de sus bodegas.
ARQUITECTOS ESTRELLA
En los últimos años, siete grandes bodegas han buscado en la arquitectura de sus almacenes crear una imagen de marca. Figuras como Rafael Moneo, Santiago Calatrava, Frank Gehry, Zaha Hadid,Pat-xi Mangado, LKS Studio y Jesús Manzanares han hecho de estos lugares para conservar el vino en La Rioja, Álava, Navarra, Huesca o Burgos unos espacios para disfrutar y para criar, para que no entre la luz y para iluminar, para descansar durante años y para catar sensaciones diferentes entre hormigón, aceros, maderas y hierros en mitad de la naturaleza.
Hay que reconocer un primer e ilustre padre de estos almacenes del dios Baco:la primera bodega de autor fue diseñada por el ingeniero Gustav Eiffel e inaugurada en 1862 con motivo de la visita de su Majestad la Reina Isabel II de España a las bodegas de González Byass, con un concepto de arquitectura original y revolucionario para su época.
JUGAR CON LAS VARIABLES
Una vez vista la actividad y dimensiones apropiadas para el negocio, la ubicación geográfica más adecuada para la nave, el diseño, la posibilidad de construirla a medida, de trabajar con una solución estándar, el precio del suelo... el empresario debe jugar con todas esas variables y estudiar las mejores ofertas en busca de la máxima rentabilidad.
Para empezar a indagar, basta con entrar en Internet y en un buscador escribir las palabras “naves industriales”. En segundos aparecen mil posibilidades, para grandes y pequeños, a medida o estándar y hasta con simuladores económicos de lo que puede suponer su adquisición y construcción.
De ese simple acercamiento al mercado, es fácil deducir que una empresa pequeña encontrará su mejor salida en una solución prefabricada –que se levantan con la misma facilidad y técnica que las casas del mismo nombre–, a la medida de su negocio (se compran por metros y de forma modular),de instalación rápida –en menos de un mes puede estar construida– y con un coste final de entre 80 y 130 euros el metro cuadrado construido, sin incluir las instalaciones eléctricas.
Dentro de esta categoría menor en cuanto a inversión y metros cuadrados a levantar, también se encuentran las soluciones de cobertura con lonas, más económicas todavía. Ventajas sobre soluciones más complejas: el precio, con unas calidades a la hora de funcionar muy similares a las que podría reportar construir una nave con otros materiales distintos a las placas comunes de acero.
En estos locales, la división interior las dibuja el cliente y permiten la posibilidad de crecer en una dimensión.El mercado de segunda mano –con una amplísima oferta– es otra opción a estudiar.
TAMAÑO MEDIO Y GRANDE
Si piensa en naves de un tamaño mediano y grande,para crear espacios que pueden ir desde unos 600 a 1.000-2.000 m2 o más y que requieran la utilización de maquinaria pesada o aplicar otros conceptos como la instalación de medios antipolución, además de la compra de locales de segunda mano, las soluciones vienen auspiciadas por constructoras grandes y medianas que ofrecen productos a la carta.
El concepto es el mismo, no la envergadura. Pongamos por caso la construcción de un polideportivo. La base es la de una gran nave que en este caso albergaría gente, mantendría los interiores amplios y diáfanos, coberturas de acero y cambiaría los espacios para estanterías por gradas. En un estadio de fútbol, dependiendo de la liga en que juegue el cliente, el factor diseño y el uso de hormigón serían el hecho diferencial, pero el concepto seguiría rigiéndose por la definición del diccionario:“cobertizos para guardar”.
______________________________________________________________________________________
UNA HISTORIA INDUSTRIAL QUE EMPEZÓ EN CATALUÑA
Desde la fundación en 1832 de la fábrica Bonaplata, identificado como el despegue de la revolución industrial en España, Cataluña ocupará a lo largo del siglo XIX un lugar preferente en el desarrollo industrial de la Península, poseyendo un magnífico y amplio patrimonio de arquitectura industrial.
Estos son algunos ejemplos:
• La Maquinista Terrestre y Marítima, fundada en 1855 y ubicada en la Barceloneta, sería la gran metalúrgica catalana. Sus instalaciones estaban formadas por varios bloques de dos o tres plantas. En Sants también se ubica la Fábrica Batlló, formada por una agrupación de bloques, y limitada por una tapia..
La Torre de les Aigües, 1883, del arquitecto Pere Falqués, perseguía la toma y distribución de las aguas del río Besós. Es de planta circular y está construida íntegramente en ladrillo.
• Entre los edificios industriales levantados en el casco urbano de Barcelona destaca el de La Sedeta, 1895. Aprovechando la esquina del solar donde se ubica, se levanta el cuerpo principal que sirve de acceso al recinto, desarrollándose la fábrica en uno de los lados de la manzana que ocupa. Es un edificio construido completamente en ladrillo, lo que supone un modelo de arquitectura fundacional.
• Las colonias industriales tendrán también un gran desarrollo en Cataluña, donde merece especial atención la Colonia Güell, 1890. El conjunto presenta por una parte las instalaciones fabriles y por otra la colonia obrera más el recinto de los propietarios.
El edificio principal de la estructura fabril responde a la tipología de pisos, con cinco plantas. Finas columnas de hierro fundido alineadas permiten alcanzar una gran limpieza espacial en su interior. En el exterior el ladrillo, entre los grandes vanos repetidos simétricamente, se encarga de organizar unas fachadas muy sencillas.
• En el siglo XIX, en plena etapa industrial en España y durante la época de la construcción de los Ensanches, se mantuvieron las características esenciales de la ciudad histórica.
CONSTRUIR A LO GRANDE
Si hablamos de espacios de elevadas dimensiones como los hipermercados y grandes supermercados (más de 3.000 m2 ) destinados a almacenar o a tienda abierta al gran público, lograr el suelo es la gran dificultad, especialmente si se buscan superficies urbanas.
Teniendo el espacio físico, conseguir que un operador individualizado disponga del equipo técnico, permisos y contrate la obra está más estandarizado.
Estas grandes superficies siguen además las pautas de construcción fijadas internacionalmente y no hay lugar para desarrollar una arquitectura individualizada. Su éxito en diseño está más en la manera cómo conducen al público a sus productos, en los itinerarios que obligan a seguir, en los colores, olores...
OFICINAS DE ACERO
Pensando al mismo tiempo en la funcionalidad y la estética, el fabricante de acero, Aceralia, a partir de su división de construcción civil industrial, encargó hace unos años la creación de una fábrica de accesorios y embalajes de productos de belleza, Ipel, a uno de los arquitectos brasileños más reconocidos del momento: Sidonio Porto.
Era una clara apuesta para que los trabajadores de la empresa y la misma sociedad vinculasen arte, diseño, lugar de trabajo y marca. La fábrica –de 4.000 m2 – tiene un espectacular sistema de dientes de sierra curvos que determinan su aspecto y la disposición de los espacios interiores. La primera hilera de dientes se prolonga hasta el suelo y se ancla mediante articulaciones, que le confieren un aspecto dinámico. Bajo esos espacios, se instalan las oficinas.