Un buen retrato robot

27 mar 2014

La robótica industrial avanza en España. Con un aumento del parque de autómatas del 10% en 2006,todavía queda margen de crecimiento.Sin embargo,la falta de impulso del sector que más robots emplea,el de la automoción,incita a los fabricantes a dirigirse hacia otras actividades más pujantes como los servicios o la agroindustria.

Hay inquietud en el sector.Es momento de cambios. De transformaciones lentas y trabajosas, dadas las especiales condiciones de un ámbito ya de por sí bastante particular. La robótica aplicada a las actividades industriales sigue avanzando en España, con un crecimiento del parque de autómatas del 10% en 2006, según la Asociación Española de Robótica (AER). Todavía a cierta distancia del incremento medio en Europa, que se situó en el 6% el año pasado. Pero se divisan futuros (y cada vez más cercanos) cambios.Tanto en España como en los estados de su entorno. Variaciones que vienen de la mano de la automoción; un sector en crisis en los países más desarrollados.

El proceso de producción de automóviles es el principal cliente de robots que se dedican a activida des industriales, mientras que el fenómeno de deslocalización de gran parte de la fabricación de vehículos a países emergentes, en Europa del Este o Asia, ha trastocado la tradicional evolución de la industria de autómatas en las naciones más avanzadas.

No hay muchos vehículos nuevos”, comenta Xavier Grau, presidente de la AER, “y es ahí donde se invierte en robótica, cuando una firma inicia una nueva línea de producción”. Por otro lado, explica Grau, las marcas también se llevan las aplicaciones en robótica a los nuevos lugares donde deciden establecerse.

Cuando una compañía invierte en una factoría en Asia, por ejemplo, no se cuestiona si debe dejar la parte del proceso de producción en la que se emplean robots en los países más desarrollados”, dice Grau. “Se llevan todo, también la inversión en robótica”, señala.

 

Más productividad

Pero hay alternativas. “Están las aplicaciones en el sector servicios, que es el gran desafío de la automatización en el siglo XXI, los usos en la manutención, en la industria agroalimentaria, donde se registra un crecimiento del 30% anual, etc.”, enumera Xavier Grau.

Según Abel Rovira, gerente de Aicrov, empresa especializada en soluciones robóticas para el envasado y el embalaje, “la automatización gana cada vez más adeptos en España”. Para Rovira, la robótica se puede (y se debe) adaptar a casi todos los procesos de producción. “Aumenta la productividad por trabajador de manera exponencial”, indica. “Un robot puede llevar a cabo la labor de seis personas y mantiene la producción estable”,añade Rovira.

Y es una inversión amortizable en muy poco tiempo.“Una célula robotizada puede costar entre 90.000 y 150.000 euros; un gasto que se recupera en tan sólo un año”, dice. El último estudio realizado en España sobre robótica industrial, publicado por la Fundación Cotec en 2006, resalta cuatro puntos clave para entender la progresión del uso de robots en la industria y en la economía en general.

En primer lugar, la productividad por trabaja dor crece espectacularmente con la utilización de robots, lo que antes hacían diez hombres ahora lo materializa uno solo.Y eso en operaciones tan dispares como soldadura, manipulación de productos, pintura, ensamblado, almacenaje, control de calidad…

A continuación, Cotec destaca la flexibilidad lograda por los robots con el paso de los años, desde las antiguas y rígidas líneas de montaje creadas por Henry Ford a principios del siglo XX, al just in time automatizado de los procesos fabriles de nuestros días.Y la calidad, en tercer lugar.

La reiteración de tareas que llevan a cabo los robots y el control de la producción garantizan un producto final con calidad asegurada. De esta forma, los errores ocurren con menos frecuencia, al margen de que la propia robótica provee de autómatas especialmente diseñados para controlar la calidad de las mercancías producidas.

Menos riesgos

Por último,los robots también liberan a los empleados de los quehaceres más penosos y asumen actividades en el proceso de producción que pueden ser peligrosas para los operarios, tales como la soldadura, la pintura,el manipulado de sustancias químicas o de materiales a altas temperaturas.

Contribuyen así a acrecentar la seguridad laboral, disminuyendo la posibilidad de accidentes en el puesto de trabajo. “Con los robots no se trata tanto de sustituir la mano de obra como de cualificarla”, asegura Miguel San Román, director comercial de la firma vasca Robolan. “Por ejemplo, las líneas de montaje de material eléctrico siguen dando ocupación a mucha gente; todavía hay componentes que deben hacerse a mano”, cuenta San Román.

En opinión del director comercial, uno de los fuertes de la aplicación de la robótica en la fabricación es la estabilidad que aporta a las cifras de producción. “Las máquinas no tienen estado de ánimo, y siempre producen lo mismo”, apunta. “Con las personas lo que pasa es que hay fluctuaciones en la producción; unas veces producen 2.000 y otras 1.500”, asegura San Román. “Con la robotización aumenta el control sobre la producción, se sabe cuándo el operario trabaja y cuándo no lo hace”, apostilla.

Deslocalización

Robolan tuvo en 2006 uno de sus mejores años (aumentó sus ventas un 30%) pero San Román no oculta el ambiente de zozobra que planea sobre el sector. “La deslocalización de las grandes empresas te afecta directamente; si ellos se van tú también te tienes que ir a buscar otros mercados”, apunta.

Y no es ningún secreto que ahora todo se mueve hacia Asia”. En la Asociación Española de Robótica mantienen la calma. Los números pintan un panorama positivo para España, no tan espectacular como en 2005, año en el que se batieron récords con un crecimiento del parque de robots de 2.599 aparatos, pero sí de progreso continuo, con 2.399 robots más que en el ejercicio anterior.

De este modo, en nuestro país se contabilizan 26.000 unidades, una cifra muy cercana a la francesa, donde cuentan con un parque de entre 30.000 y 34.000 autómatas. Según la Fundación Cotec, España ocupaba en 2005 el séptimo lugar mundial en cuanto a número de unidades, detrás de Japón, EE UU, Alemania, Corea, Italia y Francia.

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EL ROBOT DEL `LIBRO GUINESS´

Con una capacidad de carga de 1.000 kg y un alcance de 3.200 mm, Titán es el robot industrial de seis ejes más grande y robusto del mundo. La última creación de la compañía alemana de robótica Kuka, presentada el pasado mayo, ha batido muchas marcas. Tanto, que el nuevo autómata ha entrado en el Libro Guiness de los Récords.

El robot Titán ha sido concebido para las labores más pesadas. Para trabajos en la industria de materiales de construcción, en las fundiciones o en el sector de la automoción. Una sola unidad puede trasladar carrocerías de automóviles completas.

Hasta el momento eran necesarios al menos dos robots junto con cinemáticas especiales y aparatosas para enfrentarse a empeños de este tipo. Titán también puede convertirse en grúa y maniobrar con hormigón en el terreno de la construcción. Puede levantar cristales de gran tamaño o enormes piezas de fundición. Y todo ello sin dejar de ser tan preciso… como un robot.

 

CARTESIANOS O ANTROPOMÓRFICOS

Los robots se pueden clasificar, bá- sicamente, en dos tipos. Los hay cartesianos y antropomórficos. Los primeros son aquéllos que se componen de hasta seis ejes, que se mueven en muy pocas coordenadas y suelen acometer trabajos muy lineales y rígidos, como tareas de paletizado, embalaje, soldadura, ensamblaje, etc.

Son, como su nombre indica, los autómatas más simples y suelen ser un conjunto de elementos de distintos fabricantes, “hechos de diferentes piezas suministradas por varias firmas, como Fagor, Mitsubishi, Kuka, etc.”, describe Miguel San Román, director comercial de la empresa vasca de robótica Robolan.

Los antropomórficos resultan más ágiles, son robots inteligentes que vienen fabricados de una pieza y sobre todo se producen en Japón”, apunta. Según un estudio sobre automatización de la Universidad Politécnica de Madrid fechado en 2005, hay tres generaciones de robots industriales.

La primera está formada por autómatas que repiten tareas programadas secuencialmente y no toman en cuenta las posibles alteraciones de su entorno. La segunda generación son aparatos que adquieren información limitada de su entorno, pudiendo adaptar su esfuerzo a los cambios del contexto de la producción.

Por último, la generación más avanzada de autómatas dispone de una programación que se ejecuta mediante el empleo de un lenguaje natural y posee la planificación automática de tareas.

Pocos retos industriales

En las tradicionales aplicaciones industriales queda poco en lo que innovar”, asegura Xavier Grau, presidente de la Asociación Española de Robótica, quien añade que la robótica debe buscar nuevos retos en otros campos, distintos al ensamblado de piezas.

Grau sitúa el futuro de la robótica en los servicios y en la aeronáutica, y en todo lo relacionado con la industria, con los procesos de manipulación. “En las actividades industriales hace falta más innovación en aspectos auxiliares, como la visión del robot o la mejora de los sensores”, señala Grau.